¿Creen ustedes en la justicia de Dios? (Malaquías 2:17 – 3:5)

Durante el capítulo 2 del libro de Malaquías estudiamos como los sacerdotes no honraban a Dios y quebrantaban el pacto que Dios hizo con Leví. Los sacerdotes rechazaban el rol que el Señor les había encomendado: honrar su nombre, enseñar su ley, rechazar la injusticia, caminar con él y apartar al pueblo del pecado. Debido a su negligencia exasperante y displicencia espiritual el Señor enviaría maldición sobre estos sacerdotes si no cambiaban su actitud (2:2). Malaquías trata de persuadirlos a que dejaran sus propios caminos, porque de lo contrario Dios traería rechazo social, rechazo levítico y una maldición mayor sobre Israel. Pero los problemas no sólo eran sacerdotales en el Israel de Malaquías, sino que también había serios problemas en la convivencia de sus habitantes, en los matrimonios y en la conformación de éstos. El sentido de identidad judío y la cohesión social estaban fundamentadas sobre la convicción de que tenían un mismo Padre y un mismo Dios, sin embargo, al ser infieles entre ellos evidenciaban que tenían otro padre, y lo demostraban de forma evidente en la realización de matrimonios en yugo desigual, donde adoptaban un lenguaje, comportamiento y devoción en base a cultos paganos, el padre de sus corazones eran dioses asdoditas, moabitas y amonitas. Los divorcios que día a día se efectuaban no eran más que un símbolo del divorcio real entre Dios y los hombres.

Los dos primeros capítulos nos mostraban lo que el pueblo debía hacer, lo que tenían que cambiar en sus vidas, pero esta sección nos muestra lo que Dios indefectiblemente hará en medio de ellos.

Nota: Quisiera hacer una corrección al sermón anterior, donde observábamos el ejemplo de matrimonios del N.T. En este caso hice referencia a Aquiles y Priscila, y es Aquila y Priscila, y mencioné que guiaron al Apóstol Pablo más correctamente en el camino de la Fe, cuando fue a Apolos a quien ayudaron.

  1. La aparente ausencia de la Justicia de Dios

Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? En que decís: Cualquiera que hace mal agrada a Jehová, y en los tales se complace; o si no, ¿dónde está el Dios de justicia? (Mal 2:17)

¿Cómo es posible agotar la paciencia de Dios? ¿Cómo es posible cansarle? El Salmo 121 nos describe que él no se cansa, sin embargo, este antropopatismo nos da a entender que Dios adopta este estado anímico humano para enseñarnos algo que hemos mencionado a lo largo de esta serie: Toda adoración vacía tiene un fin, y Dios está a punto de ponerle término a la exclusiva adoración de los judíos.  En Romanos 15:5 se nos describe a nuestro Dios como el Dios de la paciencia, y en el ejercicio de este atributo que nace de su misericordia él soporta al malvado y al obstinado a pesar de su persistente desobediencia, y la función de la paciencia es llevarnos al arrepentimiento:

¿O tienes en poco las riquezas de su bondad, tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento? (Rom.  2:4)

El Señor ha soportado la irremediable situación del pueblo judío, instrucción tras instrucción, palabra tras palabra, profeta tras profeta, ellos permanecen en su mismo estado, las gotas pecaminosas de sus incircuncisos corazones han llenado el vaso de la paciencia de Dios, el Señor está harto y es hora de que se desborde la justicia de Dios sobre ellos.  Como a lo largo del libro de Malaquías, Israel ignora sus pecados en contra del Señor y preguntan: ¿En qué te hemos cansado? Lo que cansa al Señor son las palabras de su pueblo en contra de él, palabras que Malaquías describe más adelante como violentas (Mal.3.13), pero en especifico lo que irrita a Dios es que su pueblo, su nación, su embajada en la tierra le inculpara de la maldad, le atribuían al único Dios verdadero placer en aquellos que hacían lo malo, y reclaman una ausencia total de su justicia, gritaban a la cara de Dios que él era injusto, pero ¿Cómo llegaban a esta conclusión? ¿Por qué consideraban a Dios injusto?

El trasfondo histórico de estas quejas era la triste y penosa situación que se insinúa en Malaquías 3:10-11 y Nehemías 5:1-5: hubo sequía, invasiones de langostas, hambre, escasez, y, para sobrevivir, no pocos tuvieron que vender a sus hijos e hijas como esclavos. Por otro lado, Hageo había profetizado que sobre su templo habría una gloria mayor que en del primer templo, pero esto no sucedía, los Israelitas pensaban: él no ha cumplido sus promesas ni su pacto, la pobreza carcomía sus mesas, y el pensamiento que había en sus mentes era similar al descrito en el Salmo 10:11 “Dios se ha olvidado, ha escondido su rostro”. Pero bajo ese pensamiento había una idea repulsiva, Israel confiaba tanto en su propia justicia que se creían acreedores de las bendiciones de Dios, desde su arrogante perspectiva el Señor no les retribuía lo que ellos consideran justo, Dios era el deudor, no ellos, por lo que estaban cansados de Dios, de ir al templo, de servir los holocaustos, de dar sus ofrendas, de sus matrimonios, sin darse cuenta que abrumaban a Dios con sus prevaricaciones y eran ellos mismos los que impedían la justicia de Dios en medio de Israel, eran incapaces de analizar en retrospectiva su propia historia, que en medio de las aflicciones el Señor siempre los libró, habían olvidado un principio fundamental para la vida cristiana, Dios es paciente, pero no injusto.

Cuando nos preguntemos ¿Por qué no hay justicia en la Tierra? También debemos preguntarnos ¿Qué estamos haciendo individualmente y como Iglesia para propiciar la Justicia de Dios? Porque puede ser que uno de los grandes impedimentos de su Justicia sea nuestro propio pecado y recordemos que la misma Iglesia tiene como función impartir justicia a través del Evangelio de Cristo, consolando a los enlutados, cambiando el manto de luto de los afligidos por un manto de alegría, ayudando al huérfano, al extranjero, a la viuda a los desamparados e inocentes; pero en sobremanera, predicando las buenas de salvación en un mundo caído.

 La lógica de los Israelitas es: si hago el bien, Dios me debe bendecir, si hago mal Dios me debe castigar, aunque en su caso era todo lo contrario, no notaban que sus justicias eran como trapo de inmundicia (Is.64:6), y  muchas veces nosotros pensamos de la misma manera, es una lógica religiosa que nos hace mucho daño, y tergiversa el concepto de la Gracia, cuando es al revés, me porto bien, anhelo andar en buenas obras porque Dios ya me bendijo eternamente porque me dio a su Hijo Jesucristo, porque él pago por mi pecado, porque él me ama como lo narra el capítulo 1 de este libro, hermanos, Dios no se complace en quienes obedecen coherentemente, él se complace perfectamente en su Hijo, tu no debes sorprender a Dios, porque no puedes, Cristo ya lo hizo por tí, pero Dios si se complace en que deposites tu Fe y tu confianza en la obra salvífica de Jesús, y te esfuerces en la Gracia.

¿Has tenido envidia de los malos? ¿Has codiciado lo que ellos tienen siendo perversos? Eso era lo que moraba en las mentes de los Israelitas. Eran envidiosos y codiciosos, les pasaba algo similar a lo que experimento Asaf en el Salmo 73, observaban a los malos, y decían: no hay dolores para ellos, sus corazones se desbordan de antojos, se mofan, hablan de su encumbrada posición, pensaban: ¡Dios! ¡Porque no los eliminas! Y no se daban cuenta que eran tan malos como ellos, y acusaban a Dios de impunidad en su juicio, corrupción en su carácter e inactividad en su providencia. Nosotros no estamos libres de este tipo de pensamiento, porque en el día a día nos enteramos y observamos injusticias, los impíos envejecen y se hacen cada vez más ricos, el pobre sufre, los alimentos y recursos básicos son cada vez más caros, el acceso a una buena salud es casi inadmisible, se premia a aquellos que no desean familia y se castiga a quienes tienen hijos, el acceso a una vivienda decente es prácticamente un lujo, y más aun si usted es un extranjero en este país, ya que probablemente están escapando de las trágicas injusticias de sus propios países para venir a experimentar otros tipos de injusticias, quizás más leves comparadas con las que sufrían en su nación, pero que son injusticias al fin y al cabo;  y sobre nuestras mentes empiezan a emerger resentimientos, envidias, frustraciones y codicia.

Amado hermano ¿Dónde estabas hace 20, 10, 5 o 1 año atrás? Comparado con lo que experimentas hoy ¿El Señor no ha bendecido tu vida? ¿Jesucristo no ha llenado todos esos años de soledad y vanidad? ¿Él no ha hecho todo nuevo en tu vida? Apuesto a que sí, porque nuestro Jesús es el tesoro del cristiano, él es nuestro sumo bien y junto con el Salmista podemos decir ¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Cuando veas que la maldad se multiplica, cuando veas que los malos prosperan y tú no, recuerda, sé paciente, como lo Dios fue paciente contigo, si él hubiese venido en gloria y majestad hace 30 años prácticamente muchos de nosotros no estaríamos aquí, él es paciente con todos nosotros, para que ninguno perezca, sino que para que todos vengan al arrepentimiento. (2 Pe. 3:9); él no tardará en sus promesas, pero el creyente y la Iglesia deben estar dispuestos a pagar un precio, un precio de paciencia, un precio de aceptar las aflicciones como un medio de purificación, pero también como un costo para que otros como tú y como yo vengan al conocimiento de Cristo.

Ahora hermanos, es importante hacer notar lo siguiente con respecto a este texto y muchos otros. En el cristianismo hay lugar para quejarnos reverentemente delante del Señor, lo podemos ver con Asaf en el Salmo 73, con el profeta Habacuc y aún podemos ver que en el cielo existen este tipo de oraciones: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? (Apc. 6:10). ¿Cuál es la diferencia con respecto a las palabras expuestas por Malaquías? Primero que Israel se queja de una forma irreverente, y segundo que atribuyen pecado a Dios, cuando él es muy limpio de ojos para ver el mal (Hab. 1:13), ellos saben que Dios no se goza en la injusticia, que él no apoya la mano de los maligno (Job 8:20), no podemos ir al Señor con esas ideas en nuestro corazón, pero tampoco debemos escondernos en una falsa piedad, guardando preguntas que son legítimos ante el Señor, y que podemos dirigir a él con reverencia: ¿Por qué Señor?

Hermanos, no es fácil comprender las guerras, el hambre, las enfermedades, los desastres naturales, las muertes prematuras, el cáncer, el síndrome de muerte infantil repentina, la parálisis cerebral, el mongolismo, la violación, la soledad, el rechazo, el fracaso, la infertilidad o la viudez, y muchas veces el Señor no se apresura a dar a conocer lo que él está haciendo con  nosotros a través de estas angustias, y en ocasiones nunca sabremos las razones, carecemos de la capacidad para comprender la mente infinita de Dios, tratar de analizar su omnipotencia es como si una protozoo intentara comprender el comportamiento del ser humano, esa no es nuestra jurisdicción, el cómo, el cuándo, el dónde, y el por qué, le pertenecen solo a él.

Pero tengamos en cuenta de que El Señor no se burla de nosotros cuando vienen estas aflicciones, es una blasfemia pensar así, si él no nos rescata de las zozobras que experimentamos rápidamente pasamos a la frustración, y de la frustración a la ira, y sucumbimos a la desilusión y nuestro espíritu comienza a marchitarse pensando que Dios nos ha abandonado, que él esta inactivo en medio de nuestra aflicción, pero la causa de esta degradación en nuestro ser no proviene del dolor, sino de la desgracia de desconocer el significado de estas situaciones, eso es lo que hace trizas nuestra Fe, y en este caso,  hacía añicos la Fe de los Israelitas del tiempo de Malaquías, haciendo intolerable el día a día. Ilustrando esta idea, a Job no lo frustro la pérdida de sus riquezas, aun la pérdida de su familia, él llego a decir que: “aunque Dios me mataré en él esperaré” (Job 13:15), lo que amenazo su existencia fue su incapacidad de encontrar a Dios en medio de la tormenta y desconocer el significado de la situación:

“He aquí yo iré al oriente, y no lo hallaré; y al occidente, y no lo percibiré; si muestra su poder al norte, yo no lo veré; al sur se esconderá, y no lo veré” (Job 23:8-9).

Pero las Escrituras nos dan respuestas, en medio de la desazón debemos recordar que Jesús prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, él no esconde su rostro, sino que se compadece de nosotros, él fue experimentado en quebranto, se hizo semejante a nosotros para ser misericordioso en nuestras aflicciones,  y Pablo nos dice: “que si amamos a Dios todas las cosas te ayudan a bien” (Rom. 8:28), he aquí el significado del sufrimiento, todas las cosas cooperan para el adelanto y la final consumación de los altos designios de Dios para nosotros, él si tiene un plan maravilloso para nuestra vida, y eso implica sufrimientos, para Jeremías significo ser arrojado en un pozo, para otros será estar enfermos, para otros perder sus posesiones, con el único fin de que nuestro único sumo bien sea Jesucristo. Dios desea que nuestra Fe sea probada, y ¿Por qué? Porque la Fe ocupa un lugar prioritario en la lista de Dios para nosotros en nuestra adoración, porque sin Fe es imposible agradar a Dios, es imposible complacerle, porque sólo por medio de la Fe asimilamos el carácter de Cristo y podemos confiar en sus promesas; el Dios de la justicia no se olvidará de los justos. La aparente ausencia de la justicia por parte de Dios, no es más que nuestra verdadera falta de Fe en sus promesas, nunca olvidemos estas palabras:

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16:33)

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? (1 Juan 5:4-5)

  1. Cristo: La justicia encarnada

He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Mal. 3.1)

¿Cuál es la respuesta de Dios hacia los Israelitas? Su réplica pareciera no considerar los reclamos de los judíos, aparentemente sus palabras no tienen relación a la injusticia social, o los problemas individuales que sufren en el día a día. Cuando los Israelitas escucharon a Malaquías probablemente sus rostros quedaron perplejos con sus palabras. ¿Qué significaba este mensaje? Malaquías, que significa mensajero, el último profeta del A.T, nos dice que Dios enviaría otro Malaquías, otro mensajero, quien será Juan el Bautista, quien fue mucho más que un profeta, ya que en sí mismo, Juan, reunía todos los lineamientos esparcidos de las profecías anteriores. En las palabras de nuestro Señor, no ha existido otro mayor nacido de mujer que Juan el Bautista, el Elías de Jesús, fue un profeta llamado a predicar el arrepentimiento, tal cual lo hizo Elías, y preparó el camino, es decir, los corazones de los hombres para recibir al verdadero Malaquías de Dios, nuestro salvador Jesucristo.

Los reyes del oriente enviaban mensajeros que pudieran revisar y analizar los caminos antes que ellos partieran, observar si había ladrones, trazar la mejor ruta, anticipar los peligros del camino, y Dios tenía planes personales de venir a este mundo, para esto fue preciso enviar un mensajero, un Malaquías, Juan, quien a través de su ministerio provocaría que todo valle se rellenaría y se bajaría todo monte (Lc.3:5), es decir, toda manifestación de humildad fingida como de orgullo y arrogancia debían ser quitadas, los caminos torcidos debían ser enderezados, todas las costumbres hipócritas, perversas y fraudulentas debían ser desechas, los caminos ásperos debían ser allanados, la indiferencia, despreocupación y terquedad debían ser removidas, en resumen, el mensaje de Juan fue, como dice Simón Kistemaker:

“quitad por medio de la gracia de Dios todo obstáculo del camino por el cual debe entrar el Señor a vuestros corazones y vidas. Convertíos”.

 Con esto en mente, el Señor les está diciendo a los judíos yo enviare un Rey hacia ustedes, y ese Rey soy yo mismo, el texto dice que “(Juan el Bautista) preparará camino delante de míentonces la respuesta a su pregunta ¿Dónde esta la justicia? Es esta: Yo Soy la Justicia e iré hacia ustedes, no como un restaurador temporal, sino como un Juez consumidor. Los Israelitas anhelaban la justicia, pero no tenían idea de lo que pedían, Dios traería justicia y empezaría por casa, él venía resuelto a limpiar su viña.

El texto continúa hablando que este Rey vendrá “súbitamente”, y esta palabra sugiera falta de preparación de quienes debían recibirle, es decir, los judíos, quienes esperaban y se preparaban para un libertador temporal, no pensaban que un juicio destructor iba a talarlos. Y este mensajero vendría repentinamente ¿a qué lugar? A su templo, es decir, era el dueño del templo de Dios, otra evidencia de que Jesús es Dios, la Justicia que los judíos anhelaban vendría en forma de hombre, cumpliéndose lo dicho por Isaías:

He aquí mi Siervo, a quien yo sostengo, mi escogido, en quien mi alma se complace. He puesto mi Espíritu sobre El; El traerá justicia a las naciones (Is. 42:1)

Malaquías, también,  identifica al  Mesías como el ángel del pacto, aquel que se apareció a Abraham, a Jacob, a Moisés, a Manoa; el ángel de la presencia de Jehová, que es descrito en Isaías 63:9 como un ángel Salvador, quien los amó, los redimió, los levanto y los sostuvo en todos los días de antaño, ese ángel, se encarnaría para estar cerca de ellos, pero ahora su misión no era luchar como lo hizo con Jacob, no se posaría sobre una zarza ardiente como se le apareció a Moisés, este ángel, el Malaquías de Dios, vendría para administrar justicia y hacer temblar las bases religiosas del pueblo judío.

Las palabras que añade Malaquías “a quien vosotros buscáis”, “a quien vosotros deseáis”, son irónicas, los judíos no anhelaban la justicia que traía este mensajero, no iba a satisfacer sus demandas egoístas, él no venía a resolver los problemas secundarios que les aquejaban, Cristo tenía la función primaria de reconciliarlos con el Padre, de resolver el problema más urgente que existía en sus vidas, salvarlos de la condenación por sus pecados. Cruelmente este ángel, este Rey, la justicia encarnada, muere en manos de hombres injustos, traicionado por su propio pueblo, clavado a una Cruz.

El propósito de este Rey era purificar a su Grey, y amados hermanos, cuando Dios se propone purificar a los suyos ¿Qué es lo que más le importa? A Judá le preocupaba la injusticia social, la prosperidad de los malos, la ausencia de significado en sus aflicciones, y Dios no olvida estas cosas, a él le importan, pero lo que tiene prioridad en su agenda, según este texto es su Gloria, su templo, su pacto y su sacerdocio, a él le preocupa en demasía el estado del amor que su pueblo tiene por él, ninguna justicia social es mas importante en el itinerario de Dios que la honra que su pueblo debe darle al ángel del pacto, la real preocupación de Dios en este texto es el estado de su Iglesia, el estado espiritual de Israel, la primera injusticia que debe ser resuelta en nuestros corazones es que no hemos tributado a Dios la Gloria que él merece, y esto se refleja en la importancia que nosotros le damos a su templo, a su pacto, al sacerdocio, a los sacrificios y a su pueblo, el Señor les está diciendo a los Israelitas y a nosotros dejen de quejarse en contra mía, y si de algo se deben lamentar es en su pecado, diríjanse al templo, arrepiéntanse y guarden el pacto.

Judá no daba la gloria debida a su nombre, pero a pesar de su incredulidad y falta de devoción, Dios indefectiblemente guardaría su pacto y llevaría a cabo en su debido tiempo aquello que ellos decían que nunca sería cumplido, porque Jesús el mediador del nuevo pacto (Heb.12:24), era el cumplimiento de lo profetizado por Hageo, Zacarías y Malaquías. Con estas palabras, el Señor, quería que los ojos de los Israelitas se posaran en el templo, ellos estaban tristes y enojados, más él quería darles la solución a sus desquebrajadas vidas, porque en su presencia, en su templo hay plenitud de gozo (Salmo 16:11), los días eran oscuros, pero en su templo habitaba la hermosura de Jehová (Salmo 27:4); tenían hambre, en su templo podían ser saciados (Salmo 65:4); no comprendían las aflicciones, al igual que Asaf pensaban tratando de entender, pero era difícil para ellos (Salmo 73:16); era necesario que ingresaran en el templo del Señor, que se encontraran con el ángel del nuevo pacto, para que pudieran experimentar lo de Asaf, quien entro en el santuario  y comprendió el fin de los malos (Salmo 73:17); quienes terminan en destrucción, y Asaf se declaró torpe y sin entendimiento como una bestia (Salmo 73:22); amados eso somos cuando estamos lejos de casa, cuando pensamos que podemos vivir lejos de la presencia de Dios y los problemas nos asfixian, y creemos que Dios está inactivo en su Justicia, es preciso poner nuestra mirada en las cosas de arriba, en las prioridades de Dios más que en las nuestras, más que en las justicias sociales, que pueden ser legitimas, es necesario examinar nuestra propia injusticia y correr hacia la justicia personalizada, hecha carne, en Cristo Jesús.

  1. La misión del ángel de Justicia

¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste?(B) Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores” (Mal. 3:2)

Luego del verso 1 de este capítulo de Malaquías, uno esperaría palabras de asombro, de alegría y expectación por parte del profeta, ya que una época emocionante se avecinaba, el Rey del cielo vendría, y las ofrendas y sacrificios por los pecados se terminarían, pero las palabras de Malaquías son muy diferentes, son de advertencia y juicio. ¿Quién podría soportar el tiempo de la venida del Mesías? Pues nadie, el ángel del pacto vendría, pero no sería como ellos esperaban, sus expectativas eran que Jesús los favoreciera, pero el vendría para someter la cosmovisión de los judíos a una ardiente prueba de verdad, él escudriñaría sus corazones hasta lo más profundo y los callaría, es más ningún líder político ni religioso le pudo hace frente durante su ministerio, sino que Cristo voluntariamente dejó que judíos y romanos confabulados tomaran su vida. Pero también debemos considerar que este texto nos habla de su segunda venida, donde pequeños y grandes no podrán soportar la ira del Cordero.

Lo segundo que Malaquías pregunta es ¿Y quién podrá mantenerse en pie? Esta frase la encontramos en tres partes de las Escrituras, aquí en Malaquías en los Salmos y Apocalipsis. El Salmo 130 en el verso 3 nos dice: “Señor si tu mirares a los pecados ¿Quién podría mantenerse en pie?”, y la idea de Malaquías es idéntica, si el Señor viniera ¿quién podrá sostenerse? Si “sus párpados nos prueban, nuestros caminos son conocidos por él, nuestra maldad está ante su presencia, ¿Quién no temblaría en sus rodillas delante del Juez de toda la tierra?” (Salmo 11:4)

Romanos nos dice que si Dios es con nosotros ¿Quién contra nosotros? (Rom. 8:31), pero aquí la situación es inversa, si Dios esta en nuestra contra, si él mirará lo podrido de nuestros corazones ¿Quién podrá darnos refugio? ¿Quién puede mantenerse en pie? Apocalipsis lo ilustra de la siguiente manera:

“Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apocalipsis 6:15 – 17)

Es mejor para los impíos que un monte los sepulte que estar ante la ira del Cordero, es mejor que las peñas los escondan que él Señor mire su interior y aplique su justo juicio. Malaquías nos esta dando un anticipo de lo que sucedió en el ministerio de Cristo, donde él revelaba lo que había en los corazones de los hombres, y lo que sucederá en su segunda venida donde no quedará nada oculto que no sea dado a conocer. Pero más allá de infundir un necesario temor en sus oyentes, Malaquías quiere también recordar a los judíos la esperanza que trae este mensajero, en las palabras del mismo Salmo 130, que continúa diciendo en su verso 4: “Pero en ti hay perdón para que seas reverenciado”, es decir, este Juez no sólo tiene las llaves del juicio, sino también las del perdón y la misericordia, el profeta les quiere recordar que el perdón de sus pecados es competencia del Mesías, y dicha misericordia debe ser correspondida con reverencia, porque el alma del que ha sido perdonado teme ofender al Dios perdonador. El perdón de los pecados es un antiséptico contra la depravación, por eso es que cuando cantamos el himno sublime gracia, entonamos la frase: “su gracia me enseño” ¿a qué? A TEMER, no a pecar. Malaquías inspirado por el Señor escribe estas palabras para recordarnos que nadie puede mantenerse en pie ante el León de la tribu de Judá, pero al mismo tiempo, quiere traer a nuestra memoria que sólo en el Cordero de Dios hay remisión de pecados, porque él se puso de pie ante el Padre recibiendo su ira en nuestro lugar por el peso de nuestros pecados.

Malaquías nos cuenta sobre los atributos del ser del Mesías, fuego y jabón, Juan el Bautista vendría para bautizar en agua simbolizando arrepentimiento, pero Jesús vendría para bautizar en Espíritu Santo y fuego, y este símbolo en las Escrituras no sólo lo debemos asociar a la ira de Dios, sino también a su obra de Gracia, Malaquías nos está hablando simultáneamente de estas dos cosas, de juicio y gracia, recordemos que la columna de fuego en el desierto daba calor y abrigo al pueblo de Israel durante la travesía, pero también infundía temor sobre sus enemigos, en pentecostés hubo fuego como una señal de la venida del Espíritu Santo, pero al mismo tiempo fue un prodigio que precedería a la destrucción de Jerusalén por parte de los Romanos. Amados hermanos, el proceso de afinir y separar a las ovejas de los cabritos, comenzó durante el ministerio de Cristo sobre la tierra, y se ha estado desarrollando desde entonces, y continuará hasta la separación final, y este proceso de refinamiento, tal cual lo profetizo Zacarías (13:11), significo para el pueblo judío en las guerras Romanas la matanza de una gran parte de ellos (2/3 según Zacarías), pero al mismo tiempo significo la expansión del Reino de Dios en la tierra.

Y el ángel del pacto, no sólo es fuego, sino también jabón de lavanderos, y los lavanderos, pisaban con sus pies las ropas para que éstas soltaran la suciedad, es decir, el Mesías hollaría con su propia sangre (el jabón redentor), el pecado de su pueblo, y este es un proceso doloroso para cada creyente. Israel había probado lavarse con lejía, con jabones de aparente rectitud, con sucedáneos a la sangre del Cordero, pero su pecado permanecía sobre ellos, sin embargo, él esparciría agua sobre sus corruptos corazones y serían limpiados de todos sus ídolos como profetizo Ezequiel (Ez. 36:25-26) y les daría un corazón nuevo y pondría un espíritu sobre su pueblo.

Por lo tanto, el ministerio principal de Jesús fue, es y seguirá siendo limpiar y purificar la escoria pecaminosa sobre su novia, el que Cristo se presente en este pasaje como fuego y jabón, no sólo nos habla de él, sino también de nosotros, de lo sucio e inmundo de nuestros corazones, de lo perdido que estuvimos cuando andábamos en el mundo, nuestra maldad nos habla  que somos por naturaleza pecadores, pero también nos habla de que Jesucristo por naturaleza es un gran Salvador.

Ahora este purificador, según el verso 3 se sentaría, como lo hace quien trabaja en un crisol, fijando sus ojos sobre el metal, es decir, sobre su pueblo, teniendo cuidado de que el fuego no sea demasiado fuerte o débil, manteniendo el metal sobre el fuego hasta saber que la escoria está totalmente eliminada y su propia imagen este reflejada. Cristo, se sentó, se sienta y se sentará haciendo su obra no para llenar las apariencias, sino que para que con paciente amor y resuelta justicia su imagen sea forjada en nuestro ser, amados, cuanto más puro el oro, tanto más fuerte el fuego, cuánto más blanco el vestido, tanto mas recio el lavado. El proceso de purificación es un proceso de limpieza, pero también de destrucción, y el que sea en base a fuego, nos habla, de que no es un proceso agradable, el fuego de la prueba por el cual estaban pasando los judíos del tiempo de Malaquías tenía un sublime fin, probar y desarrollar su carácter y su Fe.

Por otro lado, el texto nos dice que él purificará de forma específica a los hijos de Leví, él viene a limpiar y purificar sólo a quienes son parte del sacerdocio de Dios, porque los hijos de Leví tenían este privilegio (Heb.7:5); anticipando con esto, las palabras de Pedro (1 Pedro 2:9) que su pueblo es real sacerdocio. Así que, los hijos de Leví, representa a su pueblo, su novia, su Iglesia, y Dios está dispuesto a tomar medidas drásticas para purificar las vidas de quienes componen su viña, es otra de las prioridades de Dios en su agenda para nosotros, limpiarnos de nuestro pecado, y Dios actúa violentamente y repentinamente cuando somos tercos y rebeldes. El Señor le dijo a la Iglesia de Éfeso, vuelve a tus primeras obras, vuelve a tu primer amor, el primer amor no es un estado momentáneo en el Cristianismo, sino que permanente, dejar el primer amor es pecado, y fruto de ello la Iglesia de Éfeso no existió más a pesar de todo su conocimiento, Dios eliminó a Ananías y Safira para cuidar y proteger a la Iglesia primitiva, el Señor mató a quienes estaban tomando indignamente la Santa Cena en Corinto, y en el periodo posterior a la muerte de nuestro Señor, Dios permitió que los Romanos destruyeran el templo y a Israel para que se detuviesen las abominaciones que se realizaban en aquel lugar, pero ese mismo fuego, permitió que el Cristianismo se expandiera por todo el Imperio Romano como un incendio abrazador. Dejémoslo otra vez claro hermanos, para algunos la purificación del Señor será juicio para otros gracia de Dios.

El judaísmo, al no acudir a Cristo, pasó a ser como una cascara vacía, sin vida, mientras que la Iglesia, en cuestión de semanas, fue bautizada grandiosamente con el Epíritu Santo en el día de Pentecostés, la adoración a Dios fue transformada y renovada, y el Evangelio del infinito amor de Dios floreció en el mundo. El fundidor había iniciado su magnífica obra que terminará hasta que los piadosos estén completamente separados de los impíos y él regrese en gloria y majestad. Querida IBGS si has de encontrarte con tu Salvador tendrás que pasar por las manos del alfarero, no es una asignatura opcional para el cristiano, si eres real sacerdocio y nación Santa debes estar dispuesto a ser limpiado, Cristo lo puede y lo quiere hacer, porque como el ángel del pacto esa es su misión, él esta dispuesto a perdonar, limpiar y purificar, como aprendimos en el sermón anterior si Dios aborrece el divorcio, es porque él ama la reconciliación y el perdón.

Finalizando este punto, el verso 3 y 4, nos muestra que después de la purificación los únicos frutos que brillan son ofrendas de justicia, que son agradables al Señor como en los tiempos de antaño. ¿Cuáles son esos sacrificios u ofrendas? Aquellas descritas por David:

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios. Entonces te agradarán los sacrificios de justicia (Salmo 51:17,19)

Nuestros sacrificios hablaran si hemos pasado por los manos purificadores del Señor, la adoración es una cuestión interna del corazón, si nuestros sacrificios son defectuosos, de segunda clase, hipócritas, aun te estás lavando con lejía, amontonando jabón con sucedáneos de la sangre de Jesús, y lo único que habita en nuestros corazones es altivez y desprecio hacia la obra de gracia de Dios, por esto querido hermano, arrepiéntete y vuelve al Señor y ruega para que él te dé un nuevo corazón. Y por otro lado a aquellos que ahora mismo están en el horno de fuego de la prueba los animo con las palabras del autor de Hebreos:

Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados (Heb. 12:11)

Dios está produciendo algo hermoso en nosotros a través de su disciplina, sus herramientas son dolorosas, el martillo y el fuego están en sus manos, pero recordemos, el dolor es pasajero, es momentáneo, y genera en nosotros un mayor peso de gloria que es eterno, recordemos lo que dice C.S Lewis:

“El amor puede producir dolor a su objeto, pero solamente en el supuesto que éste necesite transformarse para convertirse en un objeto totalmente amable

Nuestra generación es una generación antidolor, antisufrimiento, antidisciplina, antitristeza, pero los frutos apacibles de justicia, sólo pueden ser madurados por medio del fuego de la prueba. Amados, sólo los verdaderos atletas de la Fe son receptores de justicia y paz, quien ha sido purificado y limpiado por el Señor consecuentemente producirá ofrendas perfumadas y gratas por los méritos de nuestro Salvador.

  1. Justicia Perfecta, para perfectos injustos

Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos (Mal.3:5)

Finalizando esta sección de Malaquías, Cristo, el ángel del pacto, promete que vendrá, con la misión de juzgar a los pecadores, será testigo contra ellos, y él es testigo Fiel y Verdadero, él es quien posee el registro de cada día de vida, de cada suspiro, de cada pensamiento y de cada acción que cada ser humano ha realizado desde su nacimiento hasta su muerte. Los judíos no pensaban que vendría, pero pasaron 400 años y llegó, el escepticismo reinante en la época de Malaquías es idéntica a la que experimentamos hoy. La gente está convencida que no hay juicio, que no hay rendición de cuentas, pero déjame recordarte que las Escrituras dicen:

Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Heb.9:27)

Cada minuto mueren 110 personas en el mundo, o sea, durante este sermón cerca de 6.000 personas recibieron perfecta justicia. ¿Seguiremos el mismo escepticismo del mundo?

Estamos tan preocupados de reclamar por nuestros supuestos derechos, por justicia social que se nos olvida que él vendrá como ladrón en la noche, su pronta aparición esta cerca, tal cual dice el texto, y tenemos dos opciones: fingir que le esperamos como los hacían los Israelitas del tiempo de Malaquías o continuar anhelando la purificación del Señor en nuestras vidas hasta que dejemos de respirar o él venga por nosotros.

Amados no olvidemos esto, es necesario que el juicio comience por su casa, y así lo demuestra Apocalipsis, el Señor antes que nada les habla a las 7 Iglesias, con el objetivo de reestablecer el amor que tienen por él y que su verdadero contentamiento sólo este centrado en la persona de Jesús ¿Con qué nos contentamos? Piensa hermano, ¿En qué área de tu vida tu consideras que hay injusticia que debe ser compensada por Dios? ¿Deseas que él cancele tus deudas monetarias? ¿Deseas bienestar material? ¿Anhelas justicia social? ¿Anhelas que él sane tus dolencias y enfermedades? ¿Deseas que él quite el dolor de la pérdida por un familiar? ¿Con qué te contentarías? Si estos son los anhelos primarios en tu vida, deseos que pueden ser legítimos, déjame decirte que no tienes temor de Dios, y estas tan perdido como quienes están en el listado de este versículo, porque consideras que Dios te debe algo, pensando que has hecho algo bien, considerando que tus justicias son rectas, cuando son trapo de inmundicia, somos hipócritas como los mismos fariseos, sepulcros blanqueados, por fuera hermosos, pero por dentro llenos de injusticia e inmundicia. El Mesías vino para salvar a las ovejas pérdidas, a quienes se reconocen inconsistentes, necesitados de un médico que los pueda sanar de su incurable enfermedad.

Según el texto, hermanos, el origen de todo pecado es la ausencia de temor a Dios en los corazones de los hombres, ya que la aparente ausencia de justicia, desde su perspectiva los hace pensar lo que decía Dyostoiesky: Si Dios no existe todo está permitido, no hay provecho en guardar la rectitud, en vano es amar la justicia, a dondequiera que observamos vemos injusticia ¿Qué beneficio tiene servir a Dios?

Quien se pronuncia así, detiene con injusticia la verdad (Rom. 1:18), quien habla así obedece a la injusticia (Rom. 2:8), y toda injusticia es pecado (1 Juan 5:17); el hombre ha invertido la realidad, se considera a sí mismo justo y a Dios injusto, creemos que podemos instruir al Señor en la senda de la justicia (Is.40:14). Pero Pablo en Romanos 9:14 nos anima y dice ¿Hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Dios es Juez justo y él esta airado contra el impío todos los días (Salmo 7:11); la venganza es suya y dará justa retribución a su debido tiempo (Deu. 32:35); Job nos dice que:

 “la esperanza del impío perecerá; porque su esperanza será cortada, y su confianza es como tela de araña(Job 8:13-14)

Si esto es así, si cada pecado tendrá su justa retribución, una pregunta trascendental e ineludible aparece, si no hay justo ni aun uno (Rom.3:10), ¿Cómo puede Dios perdonar nuestros pecados y seguir siendo perfectamente Justo? ¿Cómo puede ser Santo y perdonar a pecadores como nosotros?

Romanos 1:17 nos dice que en el evangelio, en las buenas noticias, descubrimos que la perfecta justicia de Dios se descubre por medio de la Fe, que el Justo por la Fe vivirá, que personas injustas sin temor de Dios en sus corazones pueden ser salvas si depositan su Fe en el Evangelio de Jesucristo, y esta buena noticia es que él siendo testigo y Juez, se sentó en el lugar de los acusados, siendo perfectamente justo pago el precio por nuestras injusticias, para que toda su perfecta justicia nos sea imputada a nosotros, como si hubiésemos vivido la vida que él vivió, y el sufrió en la Cruz como si hubiese cometido cada uno de mis pecados. Proverbios 17:15 nos dice que el que justifica al impío es abominación a Jehová; y eso fue lo que hizo Cristo en la Cruz, se transformo en una abominación a los ojos del Padre, para que nosotros seamos mirados revestidos de Justicia, revestidos de Cristo.

Así se revela de que él es justo, porque el perdón de los pecados no se efectúa a través de una amnistía, el no olvida los pecados sin retribución, sino que Cristo paga los pecados de su pueblo, y en esa justificación el creyente adquiere temor en su corazón, temor tal, que no se puede apartar del Dios que ama (Jer. 32.40), de tal forma amados que para nosotros el mayor gozo que podemos experimentar es el gozo de la salvación y obtenemos contentamiento no en nuestros desempeños coherentes, sino en la Justicia perfecta de Cristo.

El fin de quienes no temen a Dios es de una terrible expectación, sus pecados serán castigados en ellos eternamente, pronto desde el cielo aparecerá el ángel del Pacto en un caballo blanco a juzgar con perfecta justicia, y ¿qué sucederá con los que si temen al Señor?

Porque he aquí, viene el día, ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán como paja; y el día que va a venir les prenderá fuego--dice el SEÑOR de los ejércitos-- que no les dejará ni raíz ni rama. Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo  (Mal. 4:1-2)