Gracia para los despiadados: 2 Crónicas 33:1-17

El libro de Crónicas (I y II) es un libro que fue escrito después de la vuelta del exilio en Babilonia, luego de unos 150 años de la caída del reino del Norte y del Sur. El fin de este libro es poder llevar a la reflexión al pueblo de Israel sobre los errores que provocaron la caída de Israel.

Rodger Crooks dice lo siguiente acerca de Crónicas:

“Su propósito es ayudar a la gente espiritualmente floja a recuperarse de la apatía y evitar una repetición del juicio de Dios sobre la nación”

No es un libro que repite las narraciones de Samuel y Reyes, sino que tiene tintes mucho más espirituales sobre la condición de los reyes y el pueblo de Israel en su relación con Dios, en donde, cada vez que  Israel es obediente, la nación es bendecida, pero cuando abandonan la adoración y la alabanza al Señor, y le dejan por otros dioses, la nación queda bajo maldición. Podemos ver esta realidad en la promesa y advertencia que Dios le da a Salomón:

“Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma  la tierra, o si

enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos  caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra

2 Crónicas 7:13-14

En el mismo texto encontramos lo siguiente:

“Más si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto  delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis,  yo os arrancaré  de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de  mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos” 2 Crónicas 7:19-20

 Podemos observar como Dios da una promesa a David, confirmada a Salomón en donde siempre  habría un varón de la casa, de la familia de David en el Trono:

“Y si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, e hicieres todas las cosas  que yo te he mandado, y guardares mis estatutos y mis decretos, yo confirmaré el trono de  tu reino, como pacté con David tu padre, diciendo: No te faltará varón que gobierne en Israel” 2 Crónicas 7:17-18

Para los lectores de este libro se hace latente que esta promesa sigue vigente, que un Rey vendría y entregaría paz a un pueblo atribulado. Por lo tanto, el libro de Crónicas gira en torno al tema del Rey ¿Quién ese ese Rey de la promesa a David? y como tema secundario se encuentra el Templo y la actividad religiosa que se ejecuta en este lugar.

  • La maldad de Manasés

Ahora nos encontramos con la historia del Rey Manasés quien fue hijo de Ezequías, éste  último fue un Rey que hizo lo recto ante los ojos de Jehová, restableciendo el culto del templo, celebró la Pascua, reorganiza el servicio de los sacerdotes y levitas, junto con el profeta Isaías oró a Dios e Israel fue librado de los Asirios. Luego de esto Ezequías enfermó y Dios  le dijo que ordenara su casa porque sus días estaban acabados, más Ezequías se humilló (recordando 2 Crónicas 7:13 -14) y Dios le concedió 15 años más de vida. Probablemente, luego de 3 años del evento de la enfermedad Ezequías tiene un hijo al cual llama Manasés, que significa “hace olvidar” de alguna forma Ezequías quiere ilustrar con el bautizo de este nombre en su hijo el olvido que Dios le había concedido después del tiempo de la enfermedad y el consuelo que había hallado en Jehová . Manasés es el hijo de su vejez, al parecer no había tenido otros hijos, o no son nombrados, por lo que todo habría de suponer que este “regalo de Dios” habría de traer paz y prosperidad ¿Cómo no suponerlo si era el hijo que Dios le dio al Rey en los días de la prolongación de su vida?  Probablemente el pueblo esperaba que este fuese el Gran Rey que Israel estaba esperando, el hijo de David. Pero finalmente nos encontramos con un Rey totalmente opuesto a lo que se esperaba de Manasés.

El Rey Manasés inicio su reinado desde muy temprana edad, 12 años, e hizo lo malo ante los ojos del Señor, durante un largo periodo de sus 55 años reinando, esta frase “hizo lo malo” probablemente está en la biografía de cada uno de los presentes, es una marca en nuestras inconsistentes y superficiales vidas, y es una constante en la vida de muchos reyes que tuvo Israel. Las escrituras nos dicen en Romanos 1:30 que somos inventores de males, es decir, somos los innovadores de la maldad en la tierra, no basta con la maldad natural que brota de nuestros corazones, sino que de la concupiscencia de nuestros corazones nacen nuevas formas de herir el corazón de Dios, tales como tergirversar el concepto de la familia, el silencioso asesinato de miles de niños a través del aborto, la altanería de la eutanasia, pensando que los hombres tienen el poder de quitar la vida o quitársela, el constante desprecio por lo espiritual disfrazado de intelectualidad, la sobreexplotación de nuestro mundo por la avaricia de nuestros corazones, las nuevas formas de hacer guerra, estos eventos son evidencia que nuestro corazón no se sacia, es incontrolable en nuestras  manos, a menos que sea conquistado por su verdadero dueño, el Dios de la creación, Adonai. C.S Lewis decía si nuestro corazón no se sacia con nada de este mundo, es porque no somo para este mundo, nuestro corazón sólo late al son de Dios.

Este Rey no solo hizo lo malo, sino que lo hizo según un patrón, el de las naciones que Jehová había echado de delante de Israel, en este caso los cananeos (Deuteronomio 18:9 – 12); la cual era gente repulsiva, tan reprobada que Dios les reservo juicio, eran tan malos y violentos que Dios usó a Israel para traer juicio a estas tribus.

Clay Jones (filósofo) dice lo siguiente en cuanto a estas tribus:

“El tipo de bestialidad y de sacrificios humanos y de burla hacia Dios que caracterizaba a esta cultura era realmente vil”.

Hermanos el Señor explícitamente había prescrito a Israel que no debían seguir estas prácticas,  diferenciándose de las demás naciones y siendo un pueblo único y santo, más Manasés pervirtió al pueblo, realizando una contrarreforma a lo que su padre Ezequías había hecho. Restableció el culto a Baal, como lo había hecho Acab, y el pueblo perdió el temor a Dios. Manasés sobrepasó en sus pecados a su abuelo Acaz y la de muchos reyes malvados; quizás te preguntaras ¿Cómo un niño de doce años puede pervertirse a estos niveles? Pero desde nuestra matriz nos pervertimos (Salmo 58:3), desde nuestra niñez la mentira está en nuestra boca, esto impulsado por malos consejeros hicieron de Manasés un déspota, libertino y despiadado Rey. Así nos cuenta el profeta Isaías de estas escenas:

“Pero también éstos erraron con el vino, y con sidra se entontecieron; el sacerdote y el profeta erraron con sidra, fueron trastornados por el vino; se aturdieron con la sidra, erraron en la visión, tropezaron en el juicio. Porque toda mesa está llena de vómito y suciedad, hasta no haber lugar limpio”  Isaías 28:7-8

 Manasés era repugnante ante los ojos de Dios, quizás si se pudiera hacer una comparación si los amoríos (forma de denotar a los ex habitantes de Canaán) vieran el actuar de Manasés, quizás incluso ellos la reprobarían.

Si resumimos los versos del 2 al 5 Manasés cometió los siguientes pecados:

  • Persiguió los pecados de los pueblos que atentaron contra Israel
  • Levantó altares a Baal e idolatró a Asera y todo el ejército del cielo.
  • Profanó el templo de Dios, posicionando altares idolátricos (Jer. 7:30)

En los versos del 6 al 9 del capítulo observamos la caída perversa de Manasés, quien mató a sus hijos en el valle de Hinom pasándolos por fuego, ofreciéndolos en sacrificio, buscó en la magia, en adivinos, aquello que llenará la depravidad de su corazón, se excedió en hacer lo malo, semejante a Iván el Terrible quien en Rusia masacró a su pueblo, fue el Calígula de su generación, sin duda, un rey despiadado, un verdadero agente del mal. Todas estas cosas hicieron encender la ira de Dios, quien observaba de lo alto como su pueblo se perdía.

Hermano ¿te imaginas en medio de este pueblo? Es una copia real de lo que estudiamos en Apocalipsis, una ciudad de pecado, en donde todo lo santo es burlado, y todo atisbo de rectitud es desbaratado, en donde los santos son muertos: La tradición judía dice que el profeta Isaías fue muerto bajo este reinado, aserrado bajo las manos de Manasés (Hebreos 11:37), ese profeta que había ayudado a su padre Ezequías, el profeta del evangelio, fue asesinado por el despiadado Rey de Israel.

Todos estos pecados apuntan al quebrantamiento de los mandamientos que Dios había dejado a Israel por medio de Moisés:

  • Tuvo otros dioses
  • Se hizo imágenes y las adoró
  • Tomó el nombre del Señor en vano (profanando el templo en donde estaría perpetuamente su nombre)
  • El día del Señor fue olvidado, por el culto al ejército del cielo
  • No honró a sus Padres, sino que hizo lo contrario a Ezequías su Padre.
  • Mató a sus hijos y a todo aquel que levantará la bandera de Jehová.
  • Probablemente adulteró, ya que el paganismo en el cual estaba insertado se relacionaba también a prácticas sexuales pervertidas.

Todas estas perversiones se direccionan a un solo punto, el más grande mandamiento, Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, toda tu mente y todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. Cada persona que termina en la condenación, tiene como principal acusación esta, la de no amar a Jesús, el dador de la vida, a despreciar las dádivas del Dios eterno, y menospreciar las misericordias del Dios altísimo acumulando ira para el día de la ira. Acaso dirás ¿Yo no soy mejor que Manasés? ¿Yo no he matado a nadie? Pero si le has dicho necio a tu prójimo, por lo tanto eres culpable de homicidio. ¿Pero yo no he levantado ídolos? Estimado, y los alatares que están en tu corazón, aquellos que están enraizados. Necesitamos de un Dios que limpie nuestros corazones, con agua limpia, que purifique nuestras almas de impiedad, necesitamos un Salvador un Rey.

Tenemos suficiente evidencia para ver que Manasés era un fiel representante de proverbios 6, una antítesis de los 10 mandamientos y de lo que abomina Dios:

“Los ojos altivos, la lengua mentirosa, Las manos derramadoras de sangre  inocente, El corazón que maquina pensamientos inicuos,  Los pies presurosos para correr al mal, El testigo falso que habla mentiras, Y el que siembra discordia entre hermanos” Proverbios 6:17 – 19

Resumiendo el primer punto:

  • Manasés fue más malo que las naciones que Israel había destruido
  • Superó en maldad a Acab, el peor rey de Samaria,
  • Provocó a Jehová a ira
  • La Humillación de Manasés

Por todo esto, Jerusalén y su templo serían destruidos, el juicio de Dios vendría sobre esta Nación  por su maldad, al igual que años atrás Israel había expulsado de la tierra prometida a los cananeos, debido a su maldad, ahora los asirios despoblarían esta nación. Pero antes de ejecutar su justo juicio, la palabra nos muestra en el verso 10 que Jehová habló a Manasés y al pueblo, no los dejó sin consejo, pero éstos no escucharon, podemos ver esto claramenteen 2 Reyes 21: 10 – 16,  quizás durante esos días se escucharon las palabras de Isaías 44:

“Acuérdate de estas cosas, oh Jacob, e Israel, porque mi siervo eres. Yo te formé, siervo mío eres tú; Israel, no me olvides. Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí” Isaías 44:21 – 22

Dios mismo parece suplicar a su pueblo que no se olviden de él, amados, Dios llamando a su pueblo, Dios clamando, Dios pidiendo la rendición de su pueblo a sus pies, pero su pueblo no tenía oídos espirituales, estaban sordos y menospreciaban la disciplina de su Dios, al mismo tiempo que  menospreciaban sus almas, así los describe Jeremías:

“Pero no oyeron, ni inclinaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación de su malvado corazón” Jeremías 11:8

Probablemente al igual como lo dijo el Señor en su época, sino escuchaban a Moisés y los profetas, aun si un muerto resucitare éstos no escucharían la voz de Dios. Era un pueblo perdido.

Los profetas que advirtieron al pueblo anunciaron que el mal que vendría haría reteñir los oídos de quien lo oyere, una fuerte metáfora del acontecimiento y espantoso que habría de venir, y cuando se nos habla del cordel de Samaria y la plomada de la casa de Acab, significa que el mismo juicio que cayó sobre este reino caería sobre Israel. Dios haría lo que prometió:

“Más si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis,  yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos” 2 Crónicas 7:19-20

Por sus pecados Manasés es aprisionado, y en los versos 11 y 12 se nos cuenta que fue llevado en grillos y cadenas, fue angustiado y humillado, el pueblo gimió (Prov. 29:2), ya que el impío estaba reinando. Amados es Dios quien está quebrantando a Manasés, es Dios que mediante este acto de justicia, está llevando la paz a su pueblo y la redención a Manasés. Se nos cuenta que fue humillado en la presencia de Dios, Manasés tuvo que estar sólo para oír la voz de Jehová el Dios de su Padre, fuera de la pompa, fuera de los sonidos de trompeta y cultos idolátricos, separado de sus malos consejeros, quizás en un cepo, en una celda, ahí pudo ver la condición de su corazón, pudo ver quien era Dios y quien era él, porque en su luz vemos la luz. Probablemente sabía que este Dios al que su Padre servía le escucharía, como Ezequías quien clamó a Dios por la extensión de sus días, así también Manasés clamo a Dios por misericordia y liberación: Confesó sus pecados, se condenó a sí mismo, odiándose a sí mismo como un monstruo de impiedad y maldad. Allí aprendió a temer, confiar en amor y obedecer al Dios de Israel, a partir de esto nació un nuevo personaje, como dice Mattew Henry: ¿Qué remordimientos agonizantes tuvo que soportar al mirar hacia atrás? Y al mismo tiempo ¿Quién puede decir que la entrada al cielo es imposible o esta tapada cuando vé a este tipo de pecador entrar? Dios es Poderoso para Salvar. La entrada al cielo es accesible para ti y para mí hay un Dios dispuesto a perdonar, que todo el día extiende su mano a un pueblo rebelde.

Al igual que el salmista Manasés pudo decir: “Bueno me es haber sido humillado, Para que aprenda tus estatutos”  Salmo 119:71

 Dios no humilló a Manasés con un fin despiadado como él lo era, sino con un fin mayor, el salvar su alma, restaurar al pueblo, vindicar su propio nombre entre las naciones. La humillación dada por Dios es buena, misericordiosa y Gloriosa.

Dios no solo se reveló a Manasés como Salvador, sino también como Restaurador, posicionando a Manasés, luego de dos años de exilio, como Rey nuevamente, y no sólo Rey, sino como reformador, del verso 14 a 17 se nos muestra su arrepentimiento, su vuelta a Dios y su abandono al pecado: Inicia protegiendo el templo construyendo un muro al occidente Gihón, con esto Manasés da a entender que lo más importante es la adoración al Dios de Abraham, que sólo él es digno de suprema adoración,  quitó los dioses ajenos y altares echándolos fuera de la ciudad, reparó el altar a Jehová, y sacrificó alabanzas y ofrendas de paz, pero a pesar de esto, en el verso 17 se nos dice que aun el pueblo sacrificaba en lugares altos, aunque a Jehová, esto nos muestra que quedaron graves consecuencias en la adoración de Israel a Jehová por los pecados de Manasés, sin duda desobedecer a Dios trae terribles consecuencias. Estos actos de Manasés nos muestran que el arrepentimiento debe traducirse en actos, más que palabras, que constantemente debemos reformarnos. ¿Has hecho todos los esfuerzos por componer las consecuencias que tu pecado ha dejado? ¿Has tratado de reformar las catástrofes que han mancillado el nombre de Cristo en tu vida? ¿Has orado a Dios para que en el Poder del E.S tu carácter siga transformándose más  a la imagen de Cristo? Amados debemos imitar a Manasés en esto, si algo digno surgió de este hombre es su anhelo renovado por Dios y el celo por la adoración. Si Dios nos humilla es para que nuestras cabezas se levanten y nuestras manos adoren al Dios que vive por los siglos. Cuando Pablo se encontró con Dios, cuando Lutero se encontró con Dios, cuando Spurgeon se encontró con Dios, solo había un anhelo en sus corazones: Agradar al Dios revelado en Jesucristo. Nuestro Dios se agrada de nuestros esfuerzos imperfectos por componer las consecuencias de nuestro pecado, es parte de ser reformadores.

  • El verdadero Rey de Israel

Sin duda hemos visto que Manasés no era el Rey que Israel esperaba, ese que traería verdadera paz y consuelo al mundo, menos lo fue su hijo Amón de quien se dice en el verso 23 del mismo capítulo que hizo lo malo, aún más que su Padre, mostrándonos que la maldad no tienen límites en el corazón engañoso del ser humano. El libro de Crónicas nos muestra al final de sus capítulos como Sedequías es llevado cautivo a Babilonia junto con Israel, y dejando una gran pregunta sin responder ¿Quién es el Rey? Increíblemente el Libro de Crónicas es el último del Tanaj, la Biblia de los Hebreos, y el libro que inaugura el nuevo testamento es Mateo quien nos muestra al verdadero Rey de Israel, tanto Crónicas como Mateo inician con genealogías, mostrándonos la línea genealógica de Abraham y David, culminando en Mateo 1:16 con Jesús. Pero no sólo encontramos esto, sino que podemos ver que Manasés este Rey despiadado fue un ancestro de nuestro Señor (Mateo 1:10), y que su vida ha quedado de ejemplo para nosotros. Charles Spurgeon hablando sobre esto dice:

“Lean la lista de su linaje, y verán que David está allí, quien exclamo: “Contra ti, contra ti solo he pecado”; y Salomón quien amó a mujeres extranjeras; y a Roboam, su insensato hijo; y Manasés quien derramó sangre inocente. Pecadores como estos forman parte de la genealogía del Salvador, por eso dice la Escritura que fue contado con los inicuos, fue llamado amigo de publicanos y de pecadores. Él se goza en salvar a grandes pecadores, él te puede salvar a ti”

 El Rey que esperaba Israel tal cual lo describe Isaías 33 es  Hermoso, y es Jehová mismo:

“Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará” Isaías 33:22

Jeremías profetizó de este Rey lo siguiente:

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra” Jeremías 23:5

Ningún rey que haya ascendido al poder en Israel había cumplido con estas directrices, ni David, ni Salomón, ni Manasés ni ningún otro era hermoso, dichoso y justo. Este Rey no vino al mundo a ser servido sino a servir, vino a buscar lo que se había perdido, tomo forma de siervo, nació en un pesebre, fue adorado por reyes que buscaban al rey de los judíos, este Rey no se montó en un gran caballo, ni en un lujoso auto o en un tanque de guerra, sino que este Rey entró a Jerusalén  en un asno, humilde, sencillo, este Rey fue el verdadero Templo de Dios, en él habitaba plenamente la Deidad de Dios, a este Rey le preguntaron ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y lo enviaron a azotar, le pusieron una corona de espinas, lo crucificaron poniéndolo en una Cruz. Dios envió a este Gran Rey para redimirnos, pero nosotros lo despreciamos y escupimos a su cara, cuando él nos amaba de pura gracia, vino a buscar a gente despiadada como Manasés entre los cuales estamos tú y yo. Contempla a este Rey en contraste a Manasés y tu propia vida:

Manasés

Jesús
A los doce años inicio su reinado de oscuridad A los doce años Jesús estaba en los negocios de su Padre y por tres días le dio clases a los maestros de la ley
Hizo lo malo ante los ojos de Dios Hizo lo bueno ante el Padre, sólo buscó hacer su voluntad agradable y perfecta
Levantó altares idolátricos Alabó a Dios por que éste se reveló a los pobres y desamparados
Contamino el templo con imágenes de Asera Limpio el templo con azotes de cuerdas y se fue el verdadero templo de Dios.
Mató a sus hijos Nos transformó en sus hermanos  y nos hizo Hijos del Dios altísimo
Buscó en adivinaciones, encantadores y magia Jesús dijo: Escrito está no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios
Llevo a todo un pueblo a la destrucción El dirá a su pueblo: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo
No escucho la voz de Dios Escucho la voz de su Padre de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia
Fue aprisionado con grilletes y cadenas por su pecado Despojó a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Este oró humillado por su pecado en una celda Oró al Padre por nosotros en un huerto antes de ir a la Cruz
Se arrepintió de sus pecados e inicio una reforma en Israel

Fue a la Cruz e inicio una reforma en los corazones de los Manasés que había de redimir.

Este Rey volverá, no como un siervo, sino como el Juez justo de toda la tierra y desmenuzará todos los reinos implacables de los hombres tal cual predijo Daniel, en su muslo está escrito Rey de Reyes y Señor de Señores, Amado seguirá reinando en tu corazón el rey Manasés o ¿reinará el Rey de los siglos, el inmortal, invisible, el único y sabio Dios? Reconócete pecador, débil y pon tu Fe en el Rey de la Gloria quien abrió la puerta del cielo para  nosotros.  Este Rey es nuestro verdadero Manasés ya que nos hizo olvidar la profundidad de nuestro pecado. En él somos nuevas criaturas.