Por Pablo Navarrete

  Nehemías 11:1-36
  • ¿Por qué debemos vivir juntos? Sometimiento Geográfico
  • Dificultades al vivir juntos
  • Las Maravillas de vivir Juntos
  • Consideraciones Finales
  ¿Por qué debemos vivir juntos? ¿Está el cristiano obligado a trasladarse cerca de otros miembros de su congregación? No, la Biblia no lo manda. Pero es una forma concreta de amar a tu iglesia. ¿Se sometió Jesús a sí mismo física y geográficamente? ¡Sí, dejó el cielo! ¡Dejó su Posición! ¡Se humilló a sí mismo¡
Isaías 57:15 Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. 1 Timoteo 6:16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.
Dios es inaccesible para el ser humano, inalcanzable, superior, alto, extremadamente sublime, imposible de dimensionar. Más él se humanó y habitó entre nosotros: Juan 1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. ¿Es posible que un verdadero creyente no desee vivir en comunidad? ¿Es posible vivir la vida cristiana en solitario? ¿Es posible amar las Escrituras, amar a Dios sin amar a los demás?
 1 Juan 3:14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. 1 Juan 4:21 Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.
Desde el principio Dios diseño una vida en comunidad con otros:
Génesis 2:18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.
¿Por qué debemos vivir en comunidad? Porque es él diseño divino en donde Dios también se revela a través de su pueblo. Como creyentes deberíamos entonces aún meditar y someter al criterio de nuestra congregación el donde viviremos geográficamente, esto también es una forma de someternos al cuerpo de Cristo y a Dios mismo. Referente a esto Mathew Henry comenta lo siguiente en relación al Capítulo 11 de Nehemías:
 “En toda época los hombres han preferido su propia comodidad y sus ventajas antes que el bien público. Pocos han tenido tal apego a las cosas santas y a los lugares santos como para renunciar al placer por amor a ellas. Ciertamente nuestras almas debieran deleitarse en habitar donde más abunden las personas santas y las oportunidades de desarrollo espiritual. Si no tenemos este amor por la ciudad de nuestro Dios, y por toda cosa que ayude a nuestra comunión con el Salvador, ¿cómo estaremos dispuestos a partir de aquí, a ausentarnos del cuerpo para estar presentes con el Señor? Para el de mente carnal será aún más duro soportar la perfecta santidad de la Nueva Jerusalén que la santidad de la iglesia de Dios en la tierra. Busquemos primero el favor de Dios y su gloria; reflexionemos para ser pacientes, contentos y útiles en nuestras diversas condiciones sociales y esperemos con alegría la entrada en la santa ciudad de Dios”
  Observemos ahora que fue lo que hizo el pueblo de Israel:
Nehemías 11:1- 2 Habitaron los jefes del pueblo en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno de cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve partes en las otras ciudades. Y bendijo el pueblo a todos los varones que voluntariamente se ofrecieron para morar en Jerusalén. 
Como la ciudad era la metrópoli del país, era justo y propio que la sede del gobierno estuviese allí. Pero la exigencia de los tiempos requería que se tomasen medidas especiales para asegurar allí la residencia de una población adecuada para la custodia de los edificios y la defensa de la ciudad. Por las molestias de los enemigos inquietos y maliciosos, quienes probaron todos los medios para destruir las fortificaciones que se levantaban, había algún peligro inherente en un establecimiento en Jerusalén, y por esto la mayor parte de los regresados, a fin de ganar como también asegurar las recompensas de su deber, prefirieron permanecer en el campo o en las aldeas provinciales. Para remediar este estado de cosas, se resolvió elegir por suerte a cada décimo hombre de las tribus de Judá y Benjamín, para que fueran residentes de la capital. La necesidad de tal medida hizo que recibiera la aprobación general. El pueblo se sometió fácilmente puesto que en todos los momentos críticos de la historia judía, se recurría a la suerte, la cual era considerada por el pueblo como una decisión divina.  
Proverbios 18:18 La suerte pone fin a los pleitos, Y decide entre los poderosos.
 Este método de toma de decisiones era un procedimiento que Dios honraba:
Proverbios 16:33 La suerte se echa en el regazo; Más de Jehová es la decisión de ella.
Esta emergencia despertó fuertemente el espíritu nacional; los voluntarios patriotas se presentaron para responder a los deseos de las autoridades, servicio que exigía gran sacrificio y valor, y bajo estas circunstancias se consideraba de tanta importancia que quienes lo prestaban se hacían acreedores a la gratitud pública. No es de sorprender que la conducta de estos voluntarios despertara el tributo de la admiración pública; porque ellos sacrificaron su seguridad y comodidad personales por los intereses de la comunidad. Siendo Jerusalén en aquel entonces un lugar contra el cual los enemigos de los judíos estaban dirigiendo miles de conspiraciones; y, por lo tanto, la residencia en ella en tal ocasión era atendida por gastos y molestias diversos de los cuales la vida rural estaba enteramente libre. Estas familias se sometieron a la voluntad de Dios, sin importar el peligro que implicaba vivir en Jerusalén, se dieron por sus hermanos con tal de ser la primera barrera de protección del país, ser los primeros en batallar, ser los primeros en levantar la bandera de la ciudad fuerte de Dios ¿Cuál es esa ciudad fuerte? ¿Eran los muros que habían levantado? ¿Eran las casas que habían construido? LA CIUDAD ERAN LOS SUYOS y la defenderían sin importar las circunstancias, ellos morirían por los suyos si fuese preciso ¿Lo harías por tu hermano? ¿Vivirías con él con tal de cuidarlo? ¿Protegerlo? ¿Alimentarlo si fuese necesario? Amados, Dios desea que vivamos juntos y nos demos siempre los unos por los otros.   DIFICULTADES AL VIVIR JUNTOS  Al determinar vivir juntos estaremos expuestos a diferentes vicisitudes que se desarrollan en cualquier tipo de convivencia. Ya es complejo convivir con nuestros cónyuges, habrás notado que al casarte descubriste a otra persona, sus costumbres, sus rabietas, sus malos y buenos modales, su idiosincrasia, sus formas de hablar, su forma de comer, vestir, etc. ¡¿Cuán difícil es entonces habitar juntos con otras personas?! Convivir con hermanos que tienen diversos orígenes, diversos pecados, diversas costumbres étnicas, diversas familias, diversas formas de pensar y cada una de estas debe ser cautivada por una cosmovisión bíblica. Las escrituras nos muestran que tendremos aflicciones, disensiones, divisiones, desacuerdos aún entre los hermanos, como ocurrió por ejemplo en Corinto:
 1Corintios 3:3 porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? 1Corintios 11:18 Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
 
2 Corintios 12:20 Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes;
Mas Pablo los exhorta a permanecer unidos a pesar de estas dificultades: 1Corintios 1:10 Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Un caso particular de disensiones en medio de una Iglesia Local es el de Evodia y Síntique, las cuales no podían habitar juntas:
Filipenses 4:2 Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor.
Evodia y Síntique eran dos mujeres que parecían estar enemistadas, probablemente diaconisas de la iglesia. Observamos en la escrituras diversos ejemplos de personas que no pudieron habitar juntos:
Génesis 13:12 Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. (Lot y Abraham) Génesis 36:7 Porque los bienes de ellos eran muchos; y no podían habitar juntos, ni la tierra en donde moraban los podía sostener a causa de sus ganados. (Jacob y Esaú)
Estos no pudieron vivir juntos, en cada uno de estos casos la causa eran las riquezas, pero ¿Cuántas razones existen para no habitar juntos? En la mente del hombre se pueden fecundar infinitas excusas para no convivir con los demás, y la que más se pronuncia hoy aún dentro de las congregaciones, es la defensa a “SOMOS DIFERENTES”, un pensamiento que es fructífero en el mundo, pero que la Iglesia a internalizado como un cáncer. ¿Somos diferentes? POR SUPUESTO QUE LO SOMOS. Pero ¿Cuántas veces el Señor nos dice en su palabra que somos uno? ¿Qué en los redimidos no hay diferencia de raza, etnia, color, nivel socio económico, cultural o sexo? En Cristo no hay diferencias:
Romanos 3:21 - 26 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
Miremos lo que nos dice Romanos:
Romanos 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Todos somos uno en Cristo Jesús, no hay diferencias, no hay excusas, ¿Habitarás junto a tus hermanos? ¿Vivirás con ellos? ¿Los soportarás? ¿Los animaras? ¿Los sustentarás? ¿Los amonestarás cuando fuese preciso? ¿Los defenderás? Una de las advertencias que Dios hace a su pueblo en proverbios en relación este tópico hace referencia a la confianza que debemos impartir en nuestro prójimo al habitar juntos:
 Proverbios 3:29 No intentes mal contra tu prójimo. Que habita confiado junto a ti.
¿Puedes decir que tu hermano habita confiado en ti? ¿Qué no le defraudarás? Dios nos ayude a amar a nuestros hermanos. Observemos que nos muestra Efesios:
 Efesios 4:3 solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz
  La unión y convivencia de los creyentes es una obra sobrenatural del Espíritu Santo, estemos aprestos a guardar este hermoso vínculo.     LAS MARAVILLAS DE VIVIR JUNTOS El salmo 133 nos habla de lo delicioso que habitar juntos:
Salmo 133:1 -3 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba,   La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; Como el rocío de Hermón,
Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida Eterna. Este pasaje nos muestra una analogía entre el copioso rocío, que caía sobre el Hermón, que cae con poder fertilizador sobre los montes de Sión, y la unidad entre los creyentes el cual da frutos en buenas obras. Así en Sión, que es la Iglesia; recibe bendición por los rocíos de su derredor, esta alusión hace referencia a la influencia que tiene el poder de convivir juntos en la vida de los creyentes. ¿Cuántas cosas podemos experimentar viviendo con otros? ¿Cuánto se desarrolla nuestro carácter al vivir con nuestros hermanos?   Amarnos y preferirnos:
Romanos 12:10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.
  Aceptarnos:
Romanos 15:7 Por tanto, aceptaos los unos a los otros, como también Cristo nos aceptó para gloria de Dios. (BDLA)
  Amonestarnos:
Romanos 15:14 Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, de tal manera que podéis amonestaros los unos a los otros.  
Saludarnos:
Romanos 16:16 Saludaos los unos a los otros con ósculo santo. Os saludan todas las iglesias de Cristo. 1Corintios 16:20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos los unos a los otros con ósculo santo.
  Servirnos:
Gálatas 5:13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
  Soportarnos:
Efesios 4:2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
  No nos mintamos:
Colosenses 3:9 No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos,
  Alentémonos:
1 Tesalonicenses 4:18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
  Exhortémonos:
Hebreos 3:13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.
  Hospedemos:
1Pedro 4:9 Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.
  Seamos uno solo:
Romanos 12:16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.
  Animémonos y Edifiquémonos:
1 Tesalonicenses 5:11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.
  Estemos gozosos, oremos sin cesar los unos por los otros:
 1 Tesalonicenses 5:16 - 17 Estad siempre gozosos. Orad sin cesar.
  Mostremos una buena conducta entre nosotros:
Santiago 3:13 ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre.
  Reunámonos en el templo:
Hechos 2:46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón,
  Rodeémonos de hermanos hacia la Santidad:
2 Timoteo 2:22 Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.
  Sintamos lo mismo:
Filipenses 2:2 completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa. Romanos 15:5 Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, 2 Corintios 13:11 Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.
¿Cómo hacer esto sin una comunidad local? ¿Es concebible vivir una vida de creyente sin pertenecer a una Iglesia? ¿Sin habitar juntos en comunión?         Es increíble observar el ejemplo de Pablo y los Efesios:  
Hechos 20: 36 - 38 Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos. Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban, doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco.
¿Cómo le amaron? ¿Cómo expresaron su amor a Pablo? ¿Qué hizo él por ellos? Pablo vivió con ellos por más de tres años enseñándoles:
Hechos 20: 31 Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas a cada uno.
Pablo y los Efesios experimentaron vivir juntos en comunión, vinculados a través de la sangre de Cristo ¿Seguiremos su ejemplo? Pareciera ser que cuando estamos juntos somos “más pueblo de Dios” que cuando estamos separados, como si juntos fuésemos más fuertes en Cristo, más Santos, más fervientes. Dice Ignacio: “Cuando os reunís frecuente y numerosamente, los poderes de Satanás son derribados, y su astucia es neutralizada por vuestra unanimidad en la fe” ¿Cómo no vivir en comunidad entonces? Necesitamos que Cristo sea formado en nuestras vidas, que seamos recreados en él, y uno de los medios de Gracia es la comunidad que Dios nos ha dado ¡Gloria al señor por esto¡     CONSIDERACIONES FINALES Cuando éramos enemigos de Dios, cuando éramos extranjeros, cuando éramos huérfanos, cuando estábamos desamparados, Dios nos preparó un lugar para convivir en familia, tal cual lo describe el Salmo 68:
Salmo 68:6 Dios hace habitar en familia a los desamparados (a);
Nos reunió con distintos tipos de personas, pero todas con un denominador común: TODOS VIVÍAMOS LEJOS DE DIOS, VIVÍAMOS EN CONTRA DEL CREADOR. Más él al igual que con Rahab tuvo compasión de nosotros y nos habitar en medio de su pueblo:
Josué 6:25 Mas Josué salvó la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella tenía; y habitó ella entre los israelitas hasta hoy, por cuanto escondió a los mensajeros que Josué había enviado a reconocer a Jericó.
Con toda la cantidad de ejemplos que hemos visto es evidente que Dios desea, anhela y quiere que vivamos desarrollándonos en medio de un gran número de redimidos por él. Todos deseamos el cielo, pero ¿te has percatado que ahí convivirás por la eternidad con los redimidos de Dios? Si no aprendemos a vivir juntos aquí es imposible que podamos vivir juntos en la eternidad, será imposible entrar a la Jerusalén Celestial, será imposible ver el rostro de nuestro Dios. Además Dios nos llamó a habitar y preferir a nuestros hermanos. ¿Con quién habitas más: con tus hermanos o con tus amistades del mundo?  Miren lo que ocurrió con Jacob:  
Génesis 34:8 - 12 Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras.Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión. Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis. Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijereis; y dadme la joven por mujer.
  El habitar con los gentiles solo traerá frutos de gentiles, costumbres de gentiles, problemas de gentiles y destruiremos la comunión con el Señor y con los suyos. Por otro lado, las directrices que hemos enunciado no apuntan a que la vida del creyente se reduce a la vida en comunidad como si fuese una escapatoria, o la forma en que debemos avanzar hacia la santidad. Más bien es una parte de la vida del creyente la cual debe ser desarrollada a lo largo de nuestro peregrinaje, pero también debemos aprender a vivir solos. Si mal entendemos la vida en comunidad entonces ese lugar se transformará en el paraje en donde nos desahogaremos, pediremos perdón, viviremos momentáneamente una supuesta vida cristiana, pero en la intimidad nuevamente nos arrojamos a los brazos del pecado. Debemos aprender a estar solos, como Cristo, el tomaba tiempos de intimidad con el Padre, tiempos a solas con sus discípulos, en donde seguía amando tanto al Padre como lo hacía cuando convivía con otros creyentes. La vida en comunidad no es una cerca en donde evitamos que nuestros hermanos se desboquen, sino una instancia de la vida cristiana en donde somos formados a la Imagen de Cristo, pero no constituye la esencia de esa transformación, sino que es una obra del Espíritu Santo que se construye en cada ámbito de nuestra vida. Finalmente amados ¿A quién debemos el poder vivir juntos? Usted responderá: A Cristo. ¿Pero entendemos lo que él tuvo que padecer para que nosotros viviésemos juntos? Jesucristo vivió la verdadera soledad, el ser abandonado por Dios:
 Mateo 27:46 Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Ningún creyente a lo largo de la historia ha sido abandonado por Dios, esta exclamación fue profetizada por David quien realiza posteriormente la siguiente afirmación:
Salmo 22:4 - 5 En ti esperaron nuestros padres; Esperaron, y tú los libraste. Clamaron a ti, y fueron librados; Confiaron en ti, y no fueron avergonzados.
Ni Abraham, ni Isaac, ni Jacob, ni Josué, ni Nehemías, ni Esdras, ni David, ni los mártires muertos en el coliseo, ni ningún héroe de la fe fueron jamás abandonados, pero él Hijo sí, el precio de nuestra redención, el precio de nuestra comunión, el precio de vivir como hoy lo podemos hacer en medio de esta congregación tuvo el costo del abandono del Padre hacia el Hijo, Cristo fue avergonzado, despreciado, por causa de esta comunidad, apreciemos entonces a esta comunidad, con sus defectos, con sus fallas, con sus pobrezas tal cual apreciamos la sangre de Cristo, y al igual que el pueblo de Israel se determino a no abandonar la casa de Dios, determinémonos a no abandonar esta comunidad, porque esta es la casa de Dios.