Resumen Sermón anterior:

  • Dios conoce las obras de cada Iglesia y de cada individuo dentro de la congregación, su Omnipotencia alcanza todo rincón del Universo. Él conoce nuestras malas y buenas obras, no podemos ignorar esta realidad en nuestra forma de vivir en comunidad e individualmente.
  • Debemos trabajar arduamente como la Iglesia de Éfeso, de forma perseverante, porque es nuestra obligación, lo hacemos para la Gloria de Dios y con todo fervor.
  • Jesús alabó a la iglesia en Éfeso por poner a prueba la falsa doctrina, y llamar mentirosos a los maestros intrusos. Estas palabras deberían interpretarse como una referencia a la acción disciplinaria que la iglesia tomó con referencia a los intrusos. Les prohibieron entrar en la iglesia y con ello dieron un ejemplo a las otras iglesias para que se comportaran igual. Pero las congregaciones en Pérgamo y Tiatira no llegaron a expulsar a los entrometidos.
Apocalipsis 2:15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco.
  • Siempre habrán sufrimientos para la Iglesia de Cristo, en donde nuestra paciencia será probada.
Apocalipsis 2:4 - 5 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

Cuán característico de nuestro Señor de gracia que dice primero todo lo que puede aprobar, y sólo después observa las imperfecciones. En primera instancia, vimos la semana anterior como Jesús alaba a la Iglesia de Éfeso, luego de esto empieza a enumerar los reproches que tiene contra ésta. Es decir, primero enuncia las fortalezas de la Iglesia y luego las debilidades ¿Qué necesidad tiene Dios de elogiar una Iglesia que simplemente es como el siervo inútil que hace lo que se le pidió y nada más? Nuestro Dios no sólo nos reprocha queridos hermanos, sino también nos anima a seguir adelante, si bien somos inútiles en sus manos hasta el objeto más mísero cobra un valor infinito y lleno de significado. Constantemente en la Escrituras podemos observar a Dios corrigiendo a su Iglesia, a su Pueblo Israel, él nunca va a dejar de corregir a su pueblo, porque como un buen esposo quiere que su esposa se presente sin mancha ante él, tal cual Pablo se los enseñó a los Efesios:

Efesios 5:24 – 27 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha.

Cada una de las reprimendas o disciplinas que nuestro Señor realiza tienen como eje central el abandono del pueblo sobre los mandatos y preceptos que él les dejo, más bien, abandonan a Dios mismo, yendo tras sus propios dioses, sus propias formas de adorar, sus propios deseos. El Señor hace siempre un llamado a reformarnos, a volver a sus caminos:

Pero tengo contra ti:

Salmo 50:7 - 15 Oye, pueblo mío, y hablaré; Escucha, Israel, y testificaré contra ti: Yo soy Dios, el Dios tuyo. No te reprenderé por tus sacrificios, Ni por tus holocaustos, que están continuamente delante de mí. No tomaré de tu casa becerros, Ni machos cabríos de tus apriscos. Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud. ¿He de comer yo carne de toros, O de beber sangre de machos cabríos? Sacrifica a Dios alabanza, Y paga tus votos al Altísimo; E invócame en el día de la angustia; Te libraré, y tú me honrarás.

Por escrupuloso que fuera el culto externo, se lo ofrecían como si cumpliesen una obligación de dar a Dios lo que fuera de él y con la idea degradante de que a Dios le hiciese falta. Aquí el pueblo es reprendido por su adoración meramente externa, pero su corazón estaba lejos de sus Dios. Al parecer algo similar le estaba sucediendo a los Efesios, estaban entrando en el camino de lo mecánico, sus corazones estaban amoldándose a su ciudad, se estaban oscureciendo.

¿Nos parecemos a ellos? ¿Venimos obligados el día del Señor o es realmente un deleite? ¿Cuáles son las motivaciones que rigen nuestro corazón para estar aquí? Es una locura para esta generación estar por más de 4 horas escuchando a personas hablar sobre un libro que habla de un Dios que se encarnó y murió por los pecadores, es una locura para esta generación que un grupo de gente ore y cante a un Dios que supuestamente los escucha. Podríamos estar orgullosos de que estamos aquí, pero ¿Esto significa que estamos en el primer amor? ¿Qué estamos ardiendo de amor por él? ¿Por nuestro Señor?

¿Cuál es este primer amor? Vamos a la etimología de la Palabra:

Primer: (prótos): noble, primero, primeramente, principal, influyente, mejor.

Amor (ágape): amor, i.e. afecto o benevolencia; específicamente (plural) festín de amor.

Podríamos definirlo como: “el mejor festín de amor”, pero más allá de esta definición, más allá de lo teórico, que es importantísimo, todos los que son creyentes aquí saben a lo que nos referimos cuando hablamos del primer amor. Hablamos de la intimidad, del afecto que teníamos con Cristo, recuerdan aquella relación del principio, ¿Te acuerdas? Recuerdas las cosas que hacías, tu forma de pensar cuando naciste de nuevo, tu forma de actuar, tus celos por el Señor, tus obras, tus primeras obras, ¿Lo recuerdas? El Señor si lo recuerda y desea que volvamos a nuestras primeras obras, a las mejores, a las principales, a las que correspondían a un festín de amor. Cuando nos enamoramos hacemos cosas impresionantes por aquella persona que amamos, éramos capaces de sacrificarnos por vernos unos pocos minutos, invertíamos nuestros recursos, costará lo que costará. ¿Qué nos ha pasado? ¿Nos hemos conformado a nuestra forma de vivir? ¿Viniendo domingo a domingo para que nuestras conciencias no nos acusen? O ¿anhelamos que Dios avive el fuego en nuestros corazones?

Ahora, ¿Es este amor de unos por otros en la iglesia en Éfeso o es el amor del cristiano por el Señor? Jesús mismo da la respuesta sintetizando el decálogo diciendo, “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con todo tu ser y con toda tu mente. Este es el primero y el más importante de los mandamientos. Y el segundo se parece a éste: ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo.’ De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”

(Mateo 22:37–40). Con respecto al decálogo, Dios es primero y luego los suyos, y lo mismo hay que decir con respecto a la oración del Señor. El amor genuino por Dios conduce en forma instintiva a expresar amor por el prójimo, mientras que amar al prójimo es una expresión de amor por Dios. Cuando Jesús dice que los Efesios han perdido su primer amor, no quiere decir que estén viviendo y trabajando sin amar a Dios o a su prójimo. Enfatiza el adjetivo primer. En efecto, la traducción literal dice, «Has dejado tu amor, el primer [amor]». Ha desaparecido en la congregación el color verde brillante de la primavera, y ahora prevalecen los matices evanescentes característicos de la primera fase del otoño.

Recordemos que esta carta fue escrita en el reinado de Domiciano, treinta años después de la redacción de la Epístola de Pablo a los Efesios. Para decirlo con otras palabras, la iglesia que Jesús se dirigió no consistía de creyentes de primera generación sino de cristianos de segunda y tercera generación. Estas personas carecían del entusiasmo que habían demostrado sus padres y abuelos. Funcionaban no como propagadores de la fe sino como cuidadores y custodios. Había una deficiencia obvia en expansión evangelística como consecuencia de una forma conservadora de pensar. Amaban a su Señor, pero ya no con el corazón, alma y mente (no de forma integral).

La primera generación hizo esfuerzos extraordinarios de modo que en Éfeso “la palabra de Dios crecía y se difundía con poder arrollador” (Hechos 19:20). En años posteriores, Pablo les dirigió una carta y los alabó por su fe en el Señor Jesús y su amor por los demás cristianos.

Efesios 1:15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos,

Los hijos y nietos de estas personas se oponían a la herejía y demostraban que perseveraban en satisfacer las necesidades de la iglesia, pero se quedaban cortos en cuanto al entusiasmo genuino por el Señor.

Recordemos algunas directrices del Apóstol a los Efesios en relación al Amor:

Efesios 3:17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, Efesios 4:2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, Efesios 5:2 Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. 1 Corintios 13:2 Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

¿Qué era lo que sucedía en Éfeso? Acaso ¿No podían observar que el mismo Dios les había dejado un legado inmenso de su Palabra a través de las palabras del Apóstol? ¿Eran incapaces de entender las Escrituras? Obviamente no, porque la defendían, habían trabajado arduamente, no era un Iglesia fría o apática, pero el Amor, el eje de intimidad con Dios se estaba diluyendo. Dios les está diciendo a Éfeso y a nosotros que debemos tomar en serio nuestro amor por Cristo, porque él lo tomo en serio, es más, tan intenso fue su Amor que dio su vida por sus escogidos. Ya no seguían demostrando el amor a Cristo que tuvieron en los primeros años de su vida cristiana. Eran los días en que Pablo, por un período de tres años, predicaba lo que les resultaba útil y les enseñaba públicamente de casa en casa

(Hechos 20:20–21, 31).

Alrededor de una década más tarde, Pablo escribió a Timoteo, quien era pastor en Éfeso, y le dijo que amar con corazón puro, una buena conciencia y fe sincera es el propósito de la obra de Dios entre ellos. Mencionó que algunos maestros falsos en la congregación se dedicaban a mitos y genealogías sin fin en lugar de a las exigencias del amor

(1 Timoteo 1:4–6).

1 Timoteo 1:4 - 6 ni presten atención a fábulas y genealogías interminables, que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe, así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos, se apartaron a vana palabrería,

Constantemente podemos observar de parte de Pablo, Timoteo y Juan directrices sobre Amor y sus manifestaciones. ¿Acaso tenemos un amor fingido? ¿Hipócrita? ¿Superficial? ¿Fútil? En donde le decimos al hermanos: Bendiciones, pero realmente no estamos interesados en nuestro prójimo más próximo.

Hay temporadas más heladas, hay tiempos en donde el invierno enfría nuestros corazones, pero ¿Es este nuestro estilo de vida? ¿Constantemente vivimos así? Si es así, puede que aún no seamos esclavos del buen Jesús, pero si son pasajes oscuros de nuestra vida debemos arrepentirnos de esto. Debemos volver a pedirle a nuestro Dios que sople sobre las brasas de nuestros corazones.

Leonard Ravenhill enuncia lo siguiente: Consentimos con el pecado y estamos faltos del primer amor. Consentimos con el pecado y no lo combatimos. Ante tal iglesia, fría, carnal, indiferente, este mundo licencioso, amante de placeres, no se rendirá. Dejemos de buscar excusas. La causa del descenso de la moral no es la radio ni la televisión. La culpa de la presente degeneración y corrupción internacional radica en la Iglesia. Ya no es la Iglesia una espina para el mundo. Recordemos que no ha sido en tiempos de popularidad, sino en los de persecución, cuando la Iglesia ha triunfado. Es extraño que seamos tan simples hasta el punto de creer que la Iglesia está presentando a los hombres los ideales del Nuevo Testamento, al par que vivimos de un modo totalmente ajeno a tales ideales.

Apocalipsis 2:5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.

En este versículo son diferentes los tiempos verbales en griego con el fin de enfatizar las acciones sucesivas de los efesios. Jesús menciona el mandato de recordar, que se da en tiempo presente como «sigue recordando». Luego el verbo has caído en tiempo perfecto indica que ha trascurrido un tiempo considerable desde que comenzó el deterioro. De paso, el tiempo parece apoyar no la fecha temprana de Apocalipsis sino la tardía. Luego, el mandato de arrepentirse está en tiempo aoristo, lo cual significa una sola acción que debe durar de una vez por todas.

Que Jesús pida a esta Iglesia que se arrepienta significa entonces que perder el Primer Amor es un pecado, ¿Lo concebimos como tal? ¿Realmente estás convencido de que dejar tu primer Amor es equivalente a un acto pecaminoso? o ¿estás conforme con tu forma de vivir? Dios considera este acto de displicencia, de apatía tan grave como otros pecados.

Lo mismo se debe decir del mandato de realizar las obras que hacían antes: su arrepentimiento debe acompañar a su decisión de trabajar con el mismo entusiasmo que sus predecesores. La amenaza iré, aunque se traduce como futuro, está de hecho en tiempo presente para indicar acción inmediata. El verbo quitaré en futuro indicativo denota que la amenaza no es una posibilidad sino una certeza en caso de no arrepentirse. Y por último, el verbo arrepientas, en la segunda frase, se incluye como cláusula de salida.

El Mandato: El Señor no sólo señala sus deficiencias; también les muestra cómo corregirlas. Después de criticar en forma negativa su situación espiritual, manda de manera positiva que la restauren. Deben recordar sin cesar su antigua posición pasando revista a su propia historia eclesiástica y recordando lo que sus antepasados habían hecho en la iglesia cuarenta años antes; y al recordar su historia, deben reconocer que han empeorado. Se ha evaporado el esplendor de su ardor espiritual. En realidad, su mediocre desempeño los ha hecho perder un lugar prominente en medio de las iglesias. Han caído de su elevada posición anterior y han perdido prestigio moral.

Cuando Jesús dice, “realiza las obras que hacías al principio”, tiene en mente no las obras que los Efesios habían estado realizando todo el tiempo, sino más bien las obras de amor por Cristo. Se enfatiza no la palabra obras sino el término al principio. Esta Iglesia tuvo un sentido inverso en el resultado de sus obras, en vez de incrementar el valor de sus obras ante Dios se habían devaluado, en vez de ir de Gloria en Gloria, retrocedieron, contrario al caso de Tiatira:

Apocalipsis 2:19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.

De igual modo que Jesús preguntó a Pedro a orillas del mar de Galilea, «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» (Juan. 21:15), les pide a los creyentes de Éfeso su dedicación incondicional. Para ello deben cambiar su estilo de vida, o sea, deben arrepentirse y dar un giro de 180 grados.

La Amenaza: Sin embargo, si no responden a la repetida invitación de Jesús a arrepentirse, el Señor tomará medidas drásticas. Va a venir y ya está en camino para visitarlos; no esperará hasta su venida en la consumación. E incluso antes de su venida final, los Efesios ya no serán una iglesia. Jesús quitará el candelabro de donde está, lo cual significa que como congregación experimentarán un oscurecimiento espiritual completo. Una iglesia deja de serlo cuando ya no sirve a su maestro con amor y dedicación genuinos. Hay evidencia objetiva en el sentido de que el cristianismo nominal muere de muerte natural en el plazo de una o dos generaciones y, por consiguiente, desaparece por completo de la escena. Quizá los miembros sigan reuniéndose, pero lo hacen con fines sociales y no espirituales. Una década después de que Juan escribiera Apocalipsis, Ignacio escribió una carta a la iglesia en Éfeso en la que alababa a los cristianos locales por su paciente perseverancia y su resistencia ante el engaño. Comenta que algunas personas de Siria han pasado por Éfeso con enseñanzas malas, pero que los Efesios se han negado a escucharlas. Los alaba por ser de una sola mente con los apóstoles en el poder de Jesucristo. Al parecer, los cristianos habían tomado en serio las palabras de Jesús.

Ahora, cuando el Señor dice “quitaré mi candelero”, quiere decir que existirá una mudanza del candelero, no una extinción, con lo que amonesta; juicio para algunos, pero dicho juicio es la ocasión de misericordia para otros. Así ha sido. La sede de la Iglesia se ha cambiado, pero la Iglesia misma sobrevive. Lo que el Oriente ha perdido, el Occidente ha ganado. Efesios hoy ubicado en Turquía no es más que ruinas, la Iglesia se trasladó a otros lados, como por ejemplo América Latina. El Señor cumplió su amenaza, pero sigue siendo Fiel.

Reflexión Final:

Charles Spurgeon

Debe ser siempre recordada aquella hora, la mejor y la más brillante de todas, cuando por primera vez vimos al Señor, soltamos nuestra carga, recibimos el rollo de la promesa, nos gozamos en la completa salvación y proseguimos nuestro camino en paz. Fue aquella la hora de primavera para nuestra alma; el invierno había pasado. Los ruidos de los truenos del Sinaí habían cesado, el centelleo de sus relámpagos no se veían más. Dios estaba reconciliado, la ley no amenazaba más con venganza, la justicia no exigía castigo. Entonces las flores aparecieron en nuestro corazón; esperanza, amor, paz y paciencia brotaron del césped. El jacinto del arrepentimiento, la campanilla de la santidad, el azafrán de la áurea fe, el narciso del primer amor, todos adornaban el jardín del alma. El tiempo del canto de los pájaros había llegado y nosotros nos regocijamos con acción de gracias; magnificamos el santo nombre de nuestro clemente Dios, y nuestra resolución fue esta: “Señor, yo soy tuyo, enteramente tuyo; todo lo que soy y todo lo que tengo lo quisiera consagrar a ti. Tú me has comprado con tu sangre; permíteme, pues, que me consuma y sea consumido en tu servicio. Me consagro a ti tanto en la vida como la muerte”. ¿Cómo hemos cumplido esta resolución? Nuestro amor ardía con santa llama de consagración a Jesús. ¿Arde ahora? ¿No puede Jesús decirnos con razón: “Tengo contra ti que has dejado tu primer amor”? ¡Ay!, cuán poco hemos hecho por la gloria de nuestro Maestro. Nuestro invierno ha durado demasiado. Estamos tan fríos como el hielo, cuando debiéramos sentir el calor del verano y dar flores sagradas. Damos a Dios centavos cuando merece pesos oro, sí, merece la sangre de nuestro corazón para ser acuñada en el servicio de su iglesia, y de su verdad. ¿Continuaremos así? ¡Oh! Señor, después que tú nos has bendecido tan ricamente, ¿seremos ingratos y llegaremos a ser indiferentes a tu buena causa? ¡Oh!, avívanos para que podamos volver a nuestro primer amor y hacer las primeras obras. Envíanos una benéfica primavera, ¡oh, sol de justicia!

Amados al igual que el cantor unámonos junto con él y digamos:

Cantar de los Cantares 2:11 -13 Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La higuera ha echado sus higos, Y las vides en cierne dieron olor; Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven.