Judá y Tamar: La Escandalosa Gracia de Dios - Génesis 38

La historia de Judá aparece en el libro de Génesis, luego de la venta de José como esclavo a unos madianitas quienes vendieron a José a Potifar, es como una especie de pausa en la historia de José y las Escrituras se centran ahora en Judá, otro hijo de Jacob. Este capítulo es uno de los más explícitos en la Biblia en cuanto a sexualidad se refiere, y es también uno de los pasajes más extraños desde el punto de vista moral. Introduciéndonos al texto podemos observar como Judá deja a sus hermanos, a su tribu, a su familia y se va de su tierra y su parentela con su amigo Hira. Debemos notar que Judá no deja a su familia por mandato de Dios, como fue el caso de Abraham, sino más bien por influencia de este gentil, y se arrimó a los cananeos, cosa que Dios había prohibido a su pueblo, prueba de esto es el acto de Abraham al buscar esposa para Isaac anhelando una mujer de su familia, de su tribu para su hijo, y no una cananea. Posteriormente podemos ver estos mandatos con mayor luz en los textos escritos por Moisés, sin embargo, Judá sabía que esto no le convenía. Entonces Judá tomo por mujer a una hija de Súa, y concibió tres hijos: Er, Onán y Sela. Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, y la afortunada fue Tamar (“palmera”),  el nombre de esta mujer nos dice que debía ser fructífera, fértil y bella; se forma el matrimonio y nos cuenta la escritura que Er “fue malo antes los ojos de Jehová” (v. 7), tal fue su maldad (aunque no es caracterizada) que Dios le quitó la vida, con esto, es la primera vez que la Biblia nombra una muerte individual por justicia de parte de Dios en contra de un hombre,  anteriormente podemos ver el diluvio, Sodoma y Gomorra que fueron castigos colectivos, pero esta vez es un juicio individual con muerte. Tamar queda viuda y la ley del levirato se hace presente, ¿en qué consistía esta ley?

Vamos a Deuteronomio 25:5 – 10; aquí básicamente se demandaba al cuñado de la viuda casarse con ella y tener descendencia para perpetuar el nombre del fallecido, si bien no era una práctica obligatoria para el hombre, era una total vergüenza y falta de hombría no hacerse cargo de la mujer del hermano. Y en este caso es Onán quien debe casarse con Tamar, éste sabiendo que los hijos que tendría con Tamar llevarían el nombre de su hermano y no el suyo, se llegaba a Tamar, es decir, tenían intimidad, pero sólo para satisfacer sus apetitos sexuales convirtiendo a Tamar en un simple objeto, era sexo sin alma, una búsqueda de autosatisfacción  y no un anhelo de disfrute pleno de la sexualidad desde la cosmovisión bíblica, ya que  la primera función de la intimidad conyugal es el goce mutuo del esposo y la esposa, y procrear esta subyugado a esta función, pero es parte de la sexualidad que Dios nos ha regalado, sin embargo, Onán vertía su semen en tierra, y esto desagradó al Señor y le quitó la vida; esto se asemeja al pasaje de Hechos 5 en donde Ananías y Safira pecaron contra el Señor mintiendo, y Dios les quitó la vida, aunque quizás nuestros pecados no se parecen a los de estos personajes, merecemos la muerte por nuestros delitos y pecados, una muerte instantánea, una muerte justiciera, pero esa muerte, esa ira que iba en nuestra contra la llevó y recibió nuestro Señor. No dividamos los pecados, no los clasifiquemos en rangos, no nos creamos mejores que Er y Onán, somos receptores de la Gracia de Dios.

Ahora,  Judá experimenta la muerte de dos de sus  hijos, el mayor y el del medio, tenía miedo que su tercer y último hijo muriera de la misma forma y envía a Tamar a la casa de sus padres. No sabemos qué edad tenía Sela, o quizás era el simple temor de Judá el que motivo todo esto, pero Tamar vuelve atravesar la misma puerta por la cual se había despedido de sus padres y había prometido amar a Er. Imagínense esa escena, esta mujer estaba siendo despreciada, y no sólo eso, pregúntense que pensaba Judá o las personas que observaban lo que sucedía en esta familia, debían escucharse voces como: ¡Esa Tamar es una mujer maldita! ¡Esta mujer tiene una fuerza mortífera! ¡Miren su suegro la envió de nuevo a la casa de sus Padres! ¡Allá viene la mata esposos! ¡Esa mujer no tiene valor, no le dio descendencia a Judá!

Pensemos hermanos en  esta época, una en donde no habían estados, donde no habían leyes que protegieran a los ciudadanos, o instituciones que ayudarán a las personas, eran las tribus, las familias quienes se encargaban de proveer, de la seguridad e incluso de administrar justicia, todos esos privilegios los pierde Tamar por la injusticia de Judá, por su cobardía, por el mal rol Patriarcal (que no tiene ninguna relación con el machismo) que debía ejercer. El valor propio de las mujeres en esta época se relacionaba en muchas ocasiones en dar a luz a una nueva descendencia, una visión que sólo es una parte de la cosmovisión bíblica para las mujeres y no está completa, las mujeres tienen un valor intrínseco y las Escrituras nos muestran el valor único que ellas poseen, pero Tamar quien era fértil, fructífera y hermosa estaba marchita, relegada, sola social y familiarmente. Judá engaño a Tamar, era él quien debía cuidar de ella, ya que Tamar no era una verdadera viuda en el sentido que lo ilustra el antiguo testamento (Levítico 22:13), porque aún estaba Sela, sin embargo, la simiente del pecado de Jacob que era un engañador también lo tenía Judá, también lo tenemos tu y yo, pero Cristo quien es la simiente de Dios ha germinado en nuestras vidas por medio del evangelio y ya no somos esclavos del pecado, sino hijos de Dios.

Pasaron muchos días de soledad para Tamar, y la esposa de Judá falleció, él ahora también estaba solo, sin esposa, dice la Escritura en el verso 12 que Judá se consoló y subio a la ciudad de Timnat para esquilar el ganado, este dato es importante, ya que no solo era para trasquilar las ovejas, sino era una verdadera fiesta, habría dinero por el trabajo y los placeres estarían al alcance de la mano, y no subió solo, sino con su “amigo” de juerga Hira el adulamita, y esto lo supo Tamar quien ya sabía que Judá quería desembarazarse de ella, olvidarla, ya que el verso 14 nos cuenta que Sela había crecido y no se casaban. Ella astutamente sabe que su suegro ira a la fiesta, y deja sus vestidos de viuda y se viste de tal forma que Judá la tuviera por ramera, ya que éstas cubrían sus rostros. Y su suegro sin saber que era ella, la desea, solo con una mirada, su pecado no inicia en el acto sexual, no es cuando el coito se ha realizado, sino que empieza en el corazón tal como lo dice el Señor: Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón (Mateo 5:28). Es en nuestras mentes en donde inicia el pecado, en el deseo de autosatisfacción, en nuestra concupiscencia, ese deseo animal, en cambio, el amor es autodonación de nosotros mismos, y en el caso del hombre y la mujer se sella con un pacto de amor eterno. Cuando aprendimos acerca del atributo del Amor, siempre las escrituras nos llevan a la palabra “entrega”, Judá no se entregó a Tamar en un acto de amor a Tamar, sino más bien en un deseo desenfrenado y egoísta. El pecado que se inició en su corazón y mente se hizo manifiesto en el acto sexual, y es el corazón del hombre el malo y perverso, y que Dios está abierto a transformar a todo aquel que se arrepiente y cree en el Evangelio.

Ahora, Tamar al saber que ya tiene la atención de Judá, le pide un pago por sus servicios como prostituta y él le promete un cabrito, que éste promete enviarlo, ya que no podía exponerse públicamente, él era un caballero, un hombre respetado, un patriarca,  pero ella muy astutamente, le pide su carnet de identificación de la época, con su rut y firma, en este caso, su sello, su cordón y su báculo; objetos que eran muy personalizados por la gente de esta época, es decir, cualquier persona que encontrará estos artefactos podría saber de quienes eran. Con todo esto, finalmente tienen intimidad, y Tamar se va de la escena del “crimen”, deja sus vestiduras de prostituta y nuevamente pasa a ser una viuda respetable. Judá probablemente se levantó con una resaca sin saber las consecuencias de sus actos, y se devuelve satisfecho en sí mismo a su tienda y envía a Hira “su amigo” de fiestas a pagarle a la supuesta prostituta, ya que él no se iba a exponer a ser objeto de murmuraciones ya que tenía que presevar su “buen nombre” porque él era Hijo de Jabob, Nieto de Isaac, Bisnieto de Abraham, es decir, una familia consagrada a Dios.  ¿Cuántas veces nosotros hemos hecho este tipo de cosas? El pretender ser santos cuando Dios conoce nuestras vidas y nuestros corazones, no tiene sentido para él Dios que todo lo vé, ¿pretendes vivir una vida similar a de Judá? ¿Una de hipocresía? Recuerda que es este el Dios que vio a Sara reírse cuando nadie la vio, que vio a Caín matar a su hermano, que vio a Acán esconder el oro ¿A dónde huiríamos de este Dios que todo lo vé?

Escucha lo que dice Job 26:6 El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.

Si Dios mismo puede observar las profundidades del infierno, ¿Cuánto más nuestros pobres corazones? ¿Hasta cuándo seguirás con tu corazón endurecido por el pecado? ¿Hasta cuándo pretenderás seguir y seguir con él pecado que Dios mismo observa? ¿Podrás huir de este buen Dios? Podrás estar bien ante tu congregación, tu familia, tu sociedad, pero ante el Hacedor de la vida no. Él es quien pesa nuestros corazones hermanos y están faltos, pero faltos de Cristo.

En el verso 23 podemos ver que Judá solo está preocupado de su reputación, y deja el cabrito con aquellos hombres para que de alguna forma su “nombre” no sea mancillado por el relato de una prostituta cualquiera, y en algún momento el pago llegue a las manos de esta mujer.

Estamos llegando al final de esta extraña historia y es dado aviso a Judá que su nuera está embarazada de tres meses, por causa de fornicación, lo que es cierto, y éste les pide a los acusadores que la saquen de su hogar, hogar de los padres de Tamar, y la quemen. Miren la actitud hipócrita de Judá, él rechazo a Tamar como parte de su familia, y la envió a casa de sus Padres y ahora va a buscarla para matarla, porque deshonraba el buen nombre de todos los hijos de Abraham, imagínense esa escena hermanos, Tamar la mujer despreciada, la maldita, ahora es buscada para ser muerta, si bien el Patriarca de la Familia debía administrar justicia, es decir, tenía el rol de Juez, además de gobernante y sacerdote, Tamar ya no estaba en su jurisdicción. Era un tribunal escandaloso el que se estaba presenciando, algo parecido a lo que sucedió con David, Urías Heteo, Betsabé y el profeta Natán, la hipocresía estaba en un punto álgido, sin duda Tamar debía morir, era pecadora, pero Judá, su pecado y responsabilidad hacían de todo esto un agravio mayor. Paradójicamente el coraje de Tamar es extremo, espera el momento de la ejecución para jugar su carta bajo la manga, en donde su victoria moral sería mayor, y dice: “del varón de quienes son este sello, cordón y báculo de ese hombre estoy embarazada” y Judá los reconoció. En este momento Judá es quebrantado por parte de Dios a través de Tamar, toda su bravura de macho alfa es destrozada, su reputación de caballero, su buen nombre de hijo del linaje de Abraham está en el suelo, él es avergonzado públicamente, así como avergonzó a Tamar Dios hizo justicia con él y declara: Ella, Tamar, es más justa que yo, es ella hermanos, quien resulta ser justificada, a pesar de su conducta pecaminosa, es difícil para nosotros como es que ella es una mujer justa por los asuntos morales implicados en esta historia, sobre todo por el asunto incestuoso, pero el pecado de Tamar es una gota de pecado en comparación al mar de perversión de  Judá quien era el Patriarca, quien tenía el deber de actuar delante de Dios, al igual que en el huerto los dos son culpables, pero la mayor responsabilidad recae sobre el varón. Tamar fue vilipendiada por Judá y no tenía ningún tribunal a dónde acudir para acusar la injusticia de Judá por no darle  a Sela como esposo, así que providencialmente ella misma atrapo a Judá y fue justificada.

Por otro lado hermanos, hay que hacer una observación muy importante, ¿Cuántas veces tuvieron relaciones Judá y Tamar? Solo una vez, providencialmente vemos la mano de Dios aquí, muchos matrimonios llevan años esperando un bebé y Dios “soberanamente” aquí quiso que en la primera relación sexual Tamar quedara embarazada. Ahora la mujer despreciada, la desechada, la maldita, era la reina del hogar de Judá, porque ella tenía los hijos del Patriarca, ahora todas las preocupaciones y atenciones eran para ella, la palmera había vuelto a florecer, por pura obra y gracia de Dios. Las escrituras no nos muestran si ella se casó con Sela, solo sabemos que Judá cuido de ella y de los hijos que tuvieron juntos, y las Escrituras nos muestran el arrepentimiento de Judá, ya que él nunca más se acostó con ella como nos cuenta el verso 26. ¿Cómo definir el arrepentimiento? ¿Cuántas veces hemos hablado de este principio? ¿Hoy mismo hemos hecho una oración de arrepentimiento? ¿Una oración es la base del arrepentimiento? ¿O es más bien un acto acompañado de oración? Hermanos cada vez que nos ha predicado el evangelio hay un llamado al arrepentimiento, pero este solo se consuma cuando hay un cambio en nuestra mente y corazón traducido en actos, una vuelta a Dios y abandonar el pecado, parafraseando a Charles Spurgeon:

“El arrepentimiento para vida va acompañado de vida espiritual en el alma, y que asegura la vida eterna a todo aquel que lo posee, da vida al espíritu muerto, es un odio continuo al pecado, es apartarse continuamente del pecado en la fuerzas de Dios, y abrazar a Jesucristo nuestro abogado”

Judá un hombre inconsistente, deplorable se encontró con el Dios de sus antepasados y fue quebrantado y vio en su simiente la promesa dada a Abraham. Además, en arrepentimiento podemos ver otro acto,  que observamos posteriormente en la historia de José, el de reunirse nuevamente con sus hermanos, él vuelve al hogar, él vuelve a casa, tal cual hijo prodigo, porque aunque sus hermanos eran unos despiadados, era el lugar donde debía estar y buscar consejo y apoyo para su vida. Esta Iglesia no es más que los hermanos de José, aquí hay Rubenes, Isacares, Zabulones y Judas, jamás hermano pienses que hay otro lugar en donde tratar tus pecados, es el seno de la congregación en donde hay consuelo y disciplina, amor y verdad, misericordia y gracia, recuerda que todas esas tribus fueron nombradas en los 144.000 sellados que estudiamos en Apocalipsis y representan al pueblo de Dios a lo largo de la historia, un pueblo que fue perdonado, redimido y santificado.

Judá y Tamar tuvieron dos pequeños Fares (brecha) y Zara, dos gemelos, al igual que Isaac tuvo a Jacob y Esaú, y Fares abrió brecha, siendo aparentemente el segundo gemelo fue el primero en salir, nuevamente la misma historia, el segundo tiene la primogenitura, por Gracia de Dios. Judá perdió dos hijos, pero Dios les dio dos más, lo que Dios había quitado, Dios por pura Gracia se lo volvió a regalar. ¿Qué tiene que ver esta historia con la gran historia del Evangelio? ¿Cómo podemos ver el evangelio aquí? Resulta que el libro de Mateo nos enumera la genealogía de nuestro Señor, y Fares resulta ser el tatarabuelo de David, parte del árbol genealógico de nuestro Señor Jesucristo, esta historia escandalosa es parte del Gran panorama Divino, Dios encamina este pecado, y lo torna en bendición para la humanidad, cambia la genética perversa del engañador Jacob e inserta en esta familia la simiente Divina, Dios redime a esta incestuosa Tamar, tal cual redimió a una ramera Rahab, una idólatra Rut y a una adultera Betsabé, a este cobarde Judá, al loco Nabucodonosor, al demente Manasés y al asesino Apóstol Pablo, Dios salva a gente pecadora, pérdida en delitos y pecados por medio de la Fe en su hijo Jesucristo. Quizás Tamar no sabía que el Salvador que vendría moriría en su lugar, pero probablemente sabía que había una promesa en Judá y por la Fe se arrojó, por la Fe en que Dios proveería un cordero pascual en lugar suyo, y que ella sería parte de esta historia, ella fue salva por medio de la Fe por la Gracia de Dios.

También esta historia está escrita en medio de la historia de José para contrastar el carácter de estos dos hijos de Israel:

José

Judá
Afecta a una potencia mundial y bendice a muchas naciones Es afectado por pueblos gentiles y avergüenza a toda su familia.
Es alejado de su parentela por el desprecio de sus hermanos Se alejó de sus hermanos y su pueblo por voluntad propia
Es buscado por la mujer de Potifar Busca a una ramera en Timnat
Prevalece ante la tentación sexual Sucumbe ante la tentación sexual
Es enjuiciado injustamente y va a la cárcel

Juzga injustamente a Tamar deseando quemarla

Con todos estos antecedentes deberíamos pensar que José es el hijo de Jacob que debería seguir con el linaje de donde vendría el Mesías, pero las escrituras nos muestran otra cosa: Salmo 78:67-72. En este pasaje podemos ver que cada uno de los nombrados fue un fracaso, simples pecadores, Judá, David, Jacob, pero Dios amó a Judá, de pura Gracia, ¿que había en Judá? ¿Qué cosa buena había en él? Ni siquiera había un mandato sacerdotal en la tribu de Judá, tal cual lo muestra Hebreos 7:14. Estos fueron receptores de la Gracia de Dios, una Gracia extraña, misteriosa, amorosa la cual tiene como único objetivo que toda la Gloria sea de nuestro Dios.

Ahora, no solo esta historia está aquí para contrastar la vida de José y Judá, sino también para contrastar la vida de Judá con la de nuestro Señor y Dios:

Judá

Jesús
Abandonó a sus hermanos y se fue tras los placeres de la vida Dejó la Gloria eterna que tenía con su Padre, se hizo hombre, habito entre nosotros vivió sin pecado, murió y resucitó por su pueblo
Negó su hijo a Tamar Dios Padre envió a Dios Hijo para morir por los pecadores y éste se ofreció en sacrificio voluntariamente por nuestros pecados
Judá utilizo y rebajó a Tamar a una mínima expresión Jesús vino a salvar lo que se había perdido y a convertirla en su novia.
Judá expuso a Tamar en un juicio público falso con el objetivo de matarla Jesús murió en lugar de una novia adultera y fornicaria, la limpia y la adorna para venir a buscarla en su segunda venida
Judá era un pecador, que por Gracia de Dios obtuvo el arrepentimiento

Jesús vivió una vida perfecta, la vida que Judá, tu y yo no pudimos vivir, cumplió toda la ley, amo en perfección a su Padre, fue el perfecto siervo y el perfecto hombre

¿Sabes que significa el nombre “Judá”? Significa Alabanza. Este Judá no fue la alabanza a Dios que Jacob quizás esperaba, Cristo Jesús fue el verdadero Judá, la verdadera alabanza a Dios, la Palabra, el logos, La roca, el dulce refugio, el lirio de los valles, él es el verdadero autor del Salmo 119:11: En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti; Es Jesús el verdadero Patriarca, el verdadero Israel, la raíz de David, la verdadera alabanza a Dios, el centro del Evangelio. En el verdadero Judá encontramos consuelo como aprendimos en Apocalipsis:

Apocalipsis 5:5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá,  la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos

Por más que él mundo quiera borrar el Cristianismo, por más que se sientan felices en su amada babilonia, por más que piensen que no necesitan a este Dios, él ya ha triunfado y esperamos en él. ¿Te sientes identificado con Judá? ¿Eres un inconsistente pecador? Ven porque su Gracia es abundante, aún hay lugar para un pecador más, para un Rubén, para un Isacar, para un Zabulón, para un Judá para quienes expusimos a nuestro hermano mayor a la Cruz del calvario.