Serie Malaquías: ¿A quién honran ustedes?

¿Saben ustedes que Dios los ama? (Malaquías 1:1-5)

Breve reseña de Malaquías y su contenido

Generalmente cuando se habla del libro de Malaquías en las Iglesias sabemos que el tema predilecto del cual se hablará será de ofrendas y diezmos. Sin embargo, si bien ese es uno de los temas del libro, no es el tema principal del texto. Malaquías nos habla de problemas muy profundos relacionados a Israel y como el Señor habla a su pueblo, en una modalidad de diálogo y cuestiona la supuesta honra que los judíos tienen hacia él. Observaremos como este pueblo desprecia a Dios en diferentes niveles y como el Señor responde con promesas y disciplina.

Históricamente el libro de Malaquías se ubica cronológicamente después de la segunda visita de Nehemías (Neh. cap.13) a Israel, aproximadamente 120 años después del decreto de Ciro, es decir, es un libro postexílico, que junto con Hageo y Zacarías conforman una tríada de profetas que hablaron durante el periodo de reconstrucción del templo, de los muros y la ciudad. El tárgum (comentario hebreo) postula que Malaquías era el mismo Esdras, sin embargo, la identidad del autor ha quedado en el anonimato. No sabemos si su nombre es Malaquías, o es un apodo debido al trabajo de mensajero que ejercía.

La estructura del libro tiene el siguiente esquema:

  1. Una afirmación inicial de parte de Dios
  2. La objeción del pueblo a esta aseveración
  3. Evidencias del Señor para respaldar la declaración inicial
  4. Una promesa, amenaza o aliento como conclusión.

Si quisiéramos leer un resumen del Antiguo Testamento bien podríamos estudiar Malaquías. Por eso su posición en la Biblia es tan importante, ya que mira de forma retrospectiva al Antiguo Testamento y asume, sintetiza y aplica su mensaje. Pero también nos invita a mirar hacia adelante en el Nuevo Testamento.

Durante esta serie de Malaquías veremos un contraste terrible entre lo que Dios piensa y lo que el pueblo opina, ellos demostrarán evidencias claras que sirven a Dios con el corazón dividido, careciendo de energías para ofrecer una religión del corazón, lo podemos ver en los siguientes pasajes en donde cada palabra del Señor es puesta en tela de juicio:

Texto de Malaquías

Cuestionamiento del pueblo
Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? (Mal. 1:2) Cuestionan su amor
¿En qué hemos menospreciado tu nombre? (Mal. 1:7) Cuestionan la honra que Dios merece y menosprecian su nombre
Habéis hecho cansar a Jehová con vuestras palabras. Y decís: ¿En qué le hemos cansado? (Mal. 2:17) Cuestionan la paciencia de Dios
Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? (Mal. 3:7) Cuestionan el llamado al arrepentimiento por parte de Dios
¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado?  (Mal. 3:8) Cuestionan que Dios reclame lo que es suyo
Vuestras palabras contra mí han sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis: ¿Qué hemos hablado contra ti? (Mal. 3:13)

Cuestionan a Dios, cuando él les muestra su actitud con las palabras que han usado en contra de él.

Con estos elementos lo que Malaquías nos propone es una gran pregunta: ¿A quién honran ustedes? Y una segunda pregunta se desprende de esto: ¿Cuán en serio tomamos nuestros pecados delante de Dios? El profeta nos muestra que hay una relación directa entre la honra de Dios y la consideración de nuestros pecados. El Señor va a testear a través de este libro la calidad de nuestra honra confrontándonos con nuestros pecados y pesará nuestra adoración.

Malaquías, es el último profeta del Antiguo Testamento, por lo tanto, deberíamos abrir nuestros oídos para escuchar lo que este profeta tiene para nosotros y nuestra actualidad. Como dice Juan Calvino:

“Deberíamos imitar a los profetas, que transmitieron la doctrina de la ley de forma que permitiera nutrirse de sus consejos, reprobaciones, amenazas y consuelos que aplicaron a la condición del pueblo en aquel momento” (Calvino, Prólogo de su comentario sobre Isaías, p. 30)

Y recordemos lo que el mismo Pablo nos transmitía en 1 Corintios 10:6 y 11

Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron…. y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos”

Por lo tanto, Malaquías está dirigido de forma personal por Dios para IBGS y cada vez que veamos desgano, desaliento, pesar y cuestionamientos en nuestras vidas cristianas, Malaquías será un libro que nos desafiará, ayudará y consolará.

  1. La palabra del Señor

Profecía de la palabra del SEÑOR a Israel por medio de Malaquías” (v.1)

Existen tres grandes características de Dios en el Antiguo Testamento, y lo observamos constantemente de forma cíclica: Dios ama a su pueblo, salva a su pueblo y habla a su pueblo. En resumidas cuentas, Dios es la fuente de Amor verdadero para su pueblo. Y en esa definición de amor Dios le da palabras a su grey.

En el tiempo de Malaquías la mayoría de las personas tenían un dios, y moldeaban sus vidas de acuerdo a las directrices de esos ídolos. Sin embargo, esos dioses de piedra o madera nunca hablaron a sus súbditos, nunca mantuvieron una relación personal de amor con sus siervos. El Dios de la Biblia ha trazado en las Escrituras, en su revelación especial lo que desea de su pueblo, nos ha mostrado sus pensamientos, sus intenciones, sus promesas, su amor, su bondad y lo que él desaprueba. Y esta profecía de la Palabra de Jehová, no se levanta como un oráculo para el futuro de Israel, sino que buscaba un inmediato despertar en la Fe del pueblo, en una traducción de reformas en sus vidas, esa era la misión de las palabras de los profetas. Pero, al parecer al igual que hoy, esas palabras eran un accesorio, mera sabiduría oriental que rodeaba sus vidas de forma periférica y no eran el motor central de su existencia, eran ateos o agnósticos prácticos.

¿Cuál debe ser nuestra actitud al leer Malaquías? J. Burroughs nos aconseja lo siguiente:

“Cuando escuchamos su palabra llegamos a ofrecer nuestro homenaje a Dios, a sentarnos a sus pies y, allí, profesar nuestra sumisión a él”.

Por lo tanto, nuestro deber y gozo son escuchar, recibir y obedecer las palabras que Dios nos ha dirigido en las Escrituras, y la totalidad del libro de Malaquías es la palabra de Dios. La iglesia debe transformarse en un eco de las Escrituras, acoplarse a su frecuencia y amplitud, y mostrar al mundo sus designios.

El texto nos dice que el destinatario de esta profecía es Israel. Recordemos que Judá, el reino del Sur, fue llevado cautivo a Babilonia, mientras que el reino del Norte a Asiria, el cual era llamado Israel. Sin embargo, los exiliados que volvieron fueron los de Babilonia, es decir Judá, ¿Por qué se interpela a Judá con el nombre de Israel? La respuesta es que Malaquías se referirá a la historia de Jacob y Esaú que analizaremos más adelante. El profeta aludirá al amor del Señor por Jacob, quien más tarde recibió el nombre de Israel, entonces, Judá representa al pueblo de Dios y hereda todas las promesas que le fueron hechas a éste en su totalidad, es decir, el reino del Norte llamado Israel, tuvo su continuidad en el pueblo de Dios de Judá, es por esto que el mensajero se dirige a él correctamente como Israel.  El mensaje de Malaquías se dirige al pueblo de Dios, en quienes están las promesas dadas a Abraham y David, por lo tanto, ellos eran la Iglesia de la época, hoy se dirige a IBGS quienes somos portadores de estas promesas.

Finalmente, el pasaje nos dice que este mensaje es entregado por medio de Malaquías el profeta. En el Antiguo Testamento el paradigma de profeta fue Moisés, porque recibió las palabras del Señor que transmitió al pueblo y las dejó escritas, el diácono Esteban habla lo siguiente acerca de Moisés:

“ (como) El que recibió palabras de vida para transmitirlas a vosotros Hechos 7:38.

Posterior a Moisés el Señor sigue hablando a través de sus siervos los profetas de diversas formas, a través de Jonás quien comunico el mensaje con renuencia, Jeremías habló las palabras de Dios deseando no haber nacido, Habacuc no estaba de acuerdo con el plan revelado de Dios, pero habló, no sabemos lo que pensó o sintió Malaquías, pero estuvo decidido a hablar la Palabra a un pueblo contradictor y rebelde. Hoy, Dios nos sigue hablando a través de su palabra por medio de los dones que ha establecido en su Iglesia, pastores y maestros que él prefiere utilizar en vez de ángeles que lo podrían hacer de forma perfecta, como dice Calvino:

“él prefiere dirigirse a nosotros a la manera humana, por medio de intérpretes, para atraernos a sí mismo, en lugar de hablarnos desde el trueno y apartarnos por completo de él”

Por lo tanto, damos la bienvenida a Malaquías deseando escuchar y recibir las palabras que Cristo habla a través de este profeta, en quien también reposan las palabras de Jesús quien dijo:

El que a vosotros escucha, a mí me escucha, y el que a vosotros rechaza, a mí me rechaza; y el que a mí me rechaza, rechaza al que me envió” (Lucas 10:16)

Amados estudiaremos el libro de Malaquías, pero recordemos que en estos postreros días Dios nos habla a través del Hijo (Hebreos 1:2), es Cristo, el Malaquías, el mensajero de Dios quien nos hablará hoy, mañana y siempre. Recibamos cada palabra con reverencia, atesorémosla en nuestros corazones y cimentémonos en ella, sus promesas nunca fallarán.

2. Yo los he Amado (v.2)

El libro de Malaquías no inicia con lo que las personas deben o no deben hacer, sino que proclama verdades divinas. No nos muestra como el pueblo ha actuado con Dios, sino como Dios ha actuado con ellos: Los ha amado. Sin embargo, una pregunta aterradora y contradictora del pueblo emerge: ¿En qué nos has amado? Israel niega el amor de Dios, y al mismo tiempo a él, porque él es amor, y esto es lo que yace en el fondo del corazón del pueblo: rechazo y desprecio a su creador. Este menosprecio a su amor es el principal y primer pecado que se nombra en el libro. Dudar del amor de Dios conduce de forma natural a todo tipo de pecados y a un bajo entendimiento del amor matrimonial y fraterno, lo que hay en sus labios procede de lo que tienen en su corazón, y de esa abundancia hablan (Mateo 12:34). ¡Que pecados tan grandes debió cometer Israel para responder de este modo!

En realidad, el pueblo está retando al Dios vivo y verdadero, están desafiando a que Dios muestre su amor bajo sus propios parámetros, quieren que Dios redefina el concepto de amor al nivel humano, como se hace hoy, donde amor es amor y todo es válido. Piensan que pueden seguir siendo el pueblo de Dios a la vez que lo cuestionan, critican y desconfían de él y declinan en obedecerlo.  Este tipo de pregunta puede fácilmente romper un matrimonio o una amistad, pero Dios increíblemente les responde y sigue dando de su Palabra mientras ellos se encuentran en su espiral descendente bajo un remolino aterrador.

¿Qué es lo contrario al amor? ¿Odiar? Pues no. Lo contrario a amar es pecar.  Cada vez que tú y yo pecamos estamos dudando del Amor genuino de Dios, lo que estamos diciendo a través de cada acto pecaminoso es que el amor de Dios no nos satisface, no es suficiente, es incompleto, temporal y finito, al igual que Adán y Eva nuestros ojos se impregnan de deseo y codicia, el único amor presente es el que experimentamos por nosotros mismos, los deleites de este mundo se transforman en nuestros dioses y nosotros en meras marionetas en manos del pecado. Contradecir a Dios era el deporte de este pueblo, formaba parte del abecé de sus vidas, a cada promesa o advertencia de Dios ellos colocaban un contrapunto como vimos en los versículos de la introducción, dirás, bueno era Israel un pueblo terco y rebelde ¿pero no estarás cometiendo el mismo error? Dirás yo jamás dudaría del Amor de Dios, pero cada vez que pecamos preguntamos junto a Israel ¿En qué nos has amado? Nuestras vidas se tornan insolentes y atrevidas hacia el Redentor.

¿Por qué Israel hace esta pregunta tan desvergonzada? Hageo había profetizado que el nuevo templo tendría una mayor gloria que el primero, sin embargo, esas promesas las tenían por tardanza, pensaban que Dios los había abandonado, y esa duda se traduce en la fe del mundo, una que cuestiona todas las directrices de Dios.

¿Cómo responde Dios a la pregunta en qué nos has amado? ¿Cuántas posibles respuestas pudo haber dado Dios? Yo los saqué de Egipto, los guarde en el desierto, los lleve a la tierra donde fluía leche y miel, los hice una nación, les envié jueces, reyes, sacerdotes, profetas, los saque de Babilonia, etc. Dios pudo nombrar misericordia tras misericordia, sin embargo, Dios alude a su elección:

¿No era Esaú hermano de Jacob? Y amé a Jacob y a Esaú aborrecí. (v.2)

La naturaleza del amor de Dios está cimentada en su elección soberana. En toda la historia Bíblica Dios ha estado escogiendo en quien demostrar su amor. Israel no existiría como pueblo si Dios no hubiese escogido a Abraham, Isaac y Jacob.

“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé” Oseas 11:1

“A vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra” Amos 3:2

¿Por qué escogió Dios a Israel? Porque no escogió a los egipcios con todo su conocimiento, o a los Fenicios con su capacidad comercial, o a los griegos con toda su sabiduría, imagínense a Platón hablando del evangelio, o a los romanos con su poder político y militar, sin embargo, Dios escogió a lo pequeño, a lo vil, a lo que no era nación para que fuese una nación. Si este amor no fuera soberano, entonces Dios tendría que regirse bajo ciertos parámetros que direccionen su amor, y Dios estaría bajo una ley, sin embargo, si esto fuese así, Dios no sería Dios y su amor no sería por libre elección. Por definición la misericordia no se demanda ni se gana, ¿hay injusticia en Dios en escoger a Israel como su pueblo? Esa pregunta es tan ridícula como preguntarnos porque escogimos casarnos con nuestras esposas, no tenemos el derecho de cuestionar a Dios en estos asuntos. Dios no da razones fundamentadas en nosotros sobre su elección, porque no existe nada en nosotros que él pueda considerar para elegirnos, debemos entender que si dependiera de nosotros nunca lo hubiésemos escogido a él.

Él nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia (Tito 3:5)

Si evaluamos el amor de Dios por la manera en que satisface nuestras necesidades, entonces siempre resultaría deficiente. Pero, si lo medimos por su misericordia al salvarnos de la muerte, del juicio y del infierno, nos maravillaremos constantemente al ver su amor y su gracia tan sorprendentes.

Ahora el texto alude a Jacob, porque no a Abraham, a Noé, Isaac, o David, ¿por qué justamente Jacob?  Porque Dios nos quiere mostrar un ejemplo de dos personas que tienen el mismo origen, pero un diferente destino. Jacob y Esaú eran hermanos gemelos, tuvieron la misma educación de sus Padres, las mismas condiciones de crecimiento y crianza, las mismas dificultades, sin embargo, antes de que nacieran, antes que hicieran el bien o el mal, tal cual lo dice Romanos 9, en la eternidad, Dios había amado a Jacob y aborrecido a Esaú. Hay algunos que quisieran que estos textos de las escrituras no existieran y hay otros que inician fieras defensas para tratar de salvaguardar la dignidad de Dios, sin embargo, esa no debe ser nuestra misión, tratar de defender a Dios, es como querer proteger a un león, no es necesario.

La historia de Jacob es la historia de un engañador, puso tropiezo a su hermano Esaú desde su nacimiento, colgándose de su talón, su nombre significa el que hace tropezar, le quitó la primogenitura a Esaú engañando a su Padre Isaac quien estaba ciego, haciendo un guiso, vistiéndose de las ropas de su hermano cubriendo las partes de su cuerpo que eran lampiñas con pieles de cabritos, imitando la apariencia de su hermano, que al parecer tenía un exceso de testosterona, y probablemente a todas luces era el más indicado para continuar la descendencia de Abraham. Sin embargo, Dios uso este acto pecaminoso para que el mayor, Esaú, sirviera al menor, Jacob.

Finalmente, la adopción de Jacob es de pura gracia, mientras que Esaú es dejado en sus propios caminos, para mostrar en él la justicia por los pecados, ninguno de ellos es inocente, pero vemos en la historia de Jacob como Dios trabajo en su vida, él confiaba en su propia fuerza, pero Dios dislocó su muslo para mostrarle su debilidad, y él cree a las promesas dadas por Dios, en su vida se reconcilian la elección y la Fe en el Evangelio, mientras que Esaú menosprecio su primogenitura, vendiendo su propia alma, sin una pizca de arrepentimiento, sin lágrimas por pisotear lo sagrado, renuncio al Dios de sus padres, y en él se reconcilian la reprobación y la incredulidad, como dice Charles Spurgeon:

“Cada hombre que pierde el cielo es porque ha renunciado a él”.

En la elección soberana de Dios y su reprobación, cada quien recibe lo que desea, todos los condenados lo son por su libre elección, y cada salvo es recogido por la libre elección de Dios, por eso es que si pudiéramos abrir una posibilidad para que alguien que está en el infierno deseara ser trasladado al cielo, se negaría, ya que ahí solo hay alabanzas a Dios, y no estarían dispuestos a doblegar sus rodillas ante el Rey de todo.

El foco del amor de Dios no se basa en nosotros, sino en él, en su misericordia, su amor es coherente a su carácter, y como Dios ama perfectamente, él también aborrece el mal perfectamente. Esaú y Jacob eran pecadores, Jacob era un engañador, y dirás ¿Qué hizo Esaú para merecer la reprobación de Dios? El no sólo menosprecio su primogenitura, sino que procuró matar a su hermano Jacob cuando Isaac muriera, además Isaac mando a Jacob que no tomara hijas de Ismael y Jacob obedeció, pero Esaú para provocar a su padre se casó con hijas de Ismael. Lamentablemente existen algunos defensores de Esaú que postulan que él si se arrepintió cuando se reconcilia con Jacob, pero ese arrepentimiento no fue para vida, no fue un arrepentimiento basado en el Evangelio, no hubo metanoia en su mente y corazón, más bien fue un arrepentimiento que lo estancaba en su propio pecado. Esaú, vendió su primogenitura, pero realmente él merecía perderla, y es aborrecido por Dios, porque realmente merecía dicha retribución. Las mismas Escrituras defienden esta conclusión:

¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria? (Rom. 9:22-23)

El texto dice que Dios (él) preparó vasos de misericordia, pero no dice nada acerca de que él haya preparado a hombres para destrucción, más bien dice que él los soportó, porque cada uno de los perdidos se preparó a sí mismo para su propia destrucción. En la salvación toda la gloria es para Dios, y toda la culpa es para el hombre en la condenación. Un último ejemplo. Vamos a Mateo 25:

Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo (Mateo 25:34).

Noten las palabras “benditos de mi Padre” y el “reino preparado” esto es lo que Dios ha hecho por sus escogidos para habitar junto a él.

Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. (Mateo 25:41)

Aquí el contraste es poderoso, no dice malditos de mi Padre, sino que ellos mismos se hacen malditos por aborrecer al Hijo, y agrega el texto que el fuego eterno ha sido preparado para el diablo y sus ángeles, pero ellos han caminado hacia ese fin.

Finalmente, el amor de Dios es incondicional, no depende del que quiere ni del que corre, sino de quien él tenga misericordia, su amor empieza en él, se desarrolla en él y termina en él (Juan 13:1). Debemos abrazar esta doctrina porque es verdad, nos capacita para proclamar su gracia en un mundo hostil, nos enseña humildad, es un motor en nosotros para mostrar compasión, bondad y perdón como Dios lo ha hecho por nosotros y nos asegura que el evangelio es eficaz para salvar a pecadores. La elección debe producir sumo gozo en el creyente, constantemente en la sociedad nos vemos esperando ser elegidos en algún ámbito (laboral - amor matrimonial), sin embargo cada una de esas elecciones son temporales y en la mayoría de los casos condicionadas por nuestro desempeño, pero la elección de Dios en su amor es incondicional y eterno. ¡Que amor nos ha dado el Padre!

3. La justicia de Dios como muestra de su Amor

Dicho todo lo anterior Dios muestra a Israel su amor en su elección mostrando el trato que tiene hacia Edom.

convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto. Cuando Edom dijere: Nos hemos empobrecido, pero volveremos a edificar lo arruinado; así ha dicho Jehová de los ejércitos: Ellos edificarán, y yo destruiré; y les llamarán territorio de impiedad, y pueblo contra el cual Jehová está indignado para siempre” (v.3 y 4)

Lo que el Señor hace a través de estos pasajes es replicarles su pregunta, ¿ustedes creen que mis promesas están tardando?, miren como trato a sus enemigos, ¿ustedes piensan que no los amo? Yo los cuidaré y daré justa retribución a Edom. Este pueblo buscaba reconstruirse, de igual forma que Israel lo hizo en su vuelta de Babilonia, ya que ellos fueron invadidos por los Nabateos, pero vean el contraste, Dios insto todos los pasos para que Israel se reconstruyera, pero a Edom no los dejaría edificar, ellos dicen que lo harán, pero ahora es Dios quien contradice a este pueblo proclamando su indignación en contra de ellos, los enemigos de Israel persisten en levantarse, pero Dios persiste en su amor.

Dios, entonces, actúa con justicia con los enemigos de Israel, cuando en realidad pudo actuar de la misma manera con ambos pueblos. Edom constantemente buscó exterminar a Israel, siempre fueron una piedra de tropiezo para sus hermanos:

"Así dice el Señor DIOS: Por cuanto Edom ha obrado vengativamente contra la casa de Judá, ha incurrido en grave culpa y se ha vengado de ellos,' por tanto, así dice el Señor DIOS: 'Yo extenderé también mi mano contra Edom y cortaré de ella hombres y animales y la dejaré en ruinas; desde Temán hasta Dedán caerán a espada” (Ezequiel 25:12-13).

Edom no puede derrotar los planes de Dios, él había decretado pensamientos de bien para Israel. Nuevamente repito, hay quienes estarían complacidos de quitar estos pasajes de la Biblia con tal de defender al dios que ellos dicen adorar, pero no es el Dios de la Biblia.

Para considerar el Amor de Dios en toda su dimensión tenemos que mirar profundamente su justicia y su ira. El Salmo 7:11 nos dice que él esta airado en contra del impío todos los días, el Salmo 5 dice que él no ama la maldad, que él no habitará junto al malo y él aborrece a los que hacen iniquidad. Dios no puede mirar de igual forma la virtud o el vicio, la sabiduría y la locura, él no puede desestimar el pecado y no aplicar su ira, si fuera así, él no sería un amante de la justicia y la bondad, su ira es el aborrecimiento eterno de toda injusticia, es su santidad puesta en acción en contra del pecado. Dios nos está mostrando con estos pasajes que el pecado tiene consecuencias, y que lo digan, Sodoma, Gomorra, los hombres antediluvianos, Acán, Judas o los ángeles que acompañaron a Satanás en su rebelión. Cada quien tuvo su justa retribución. Pero surge una pregunta, si Jacob fue un pecador y los Israelitas también, ¿Cuál fue la retribución que Dios le dio a ellos? Así como Dios ha preparado todas las cosas para amar a su pueblo, él preparó en la eternidad un sacrificio perfecto por lo pecados de Jacob y su pueblo:

Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz  fue sobre él, y por su llaga fuimos curados (Isaías 53:5)

Dios castigo a su Hijo por los pecados de Jacob y su pueblo, por eso lo que sucedió en la Cruz es el verdadero acto de Amor de Dios por el mundo. El Padre se deleitaba en su Hijo, él jamás dudo del amor de su Padre, es decir, él jamás peco, su comunión era perfecta, pero la ira justa que iba en nuestra contra fue derramada sobre Jesús. Amado hermano, contabiliza tus pecados, tus dudas del amor de Dios, cada acto sin Fe que has hecho en tu vida, cada transgresión y al mismo tiempo te invito a mirar la Cruz de Cristo, ¿en verdad puedes dudar de su amor? ¿puedes dudar que este Dios no se ha preocupado de forma personal de tu destino? Él ha ido a la casa del Padre ha preparar un lugar donde morar, de que hablamos cuando dudamos del Amor de Dios, nosotros merecíamos el infierno, merecíamos los clavos, la corona de espinas, los azotes y el abandono justo del Creador amoroso. Al observar esta verdad en nosotros debe existir una convicción profunda, clara y radical de que Dios nos ama verdaderamente, que no es una ficción, que el amor vertido en nuestros corazones es verdadero. Cada vez que leas la historia de Noé, Moisés, José, Rut, Ester, Nehemías y tantos otros, recuerda que Dios estaba pensando en ti, pensaba en llevar a cabo sus promesas y amarte perfectamente en Cristo.

Esta es la verdadera definición de amor:

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10)

Hermanos meditemos en este tipo de Amor que Dios nos da. Primero es intrínseco a él, porque Dios es Amor, es parte de su propio ser, por lo tanto, lo que lo impulsa a amarnos viene de él mismo, su amor es gratuito, eterno, espontáneo, infinito, inmutable y puro. Pero  nuestro amor es negociable, temporal, condicionado, finito, mutable y contaminado.  ¿Conocemos las dimensiones de su Amor? Y al mismo tiempo ¿Conoces las profundidades de tu pecado? ¿Has medido la altura, profundidad y anchura del amor de Dios?

Quizás algunos se preguntan ¿y que ganó con meditar en el Amor de Dios si no se si soy escogido? Esa es la pregunta que precisamente no debes hacer, piensas, “iré a Cristo si sólo soy escogido”, pero la única condición para que vengas a Cristo es que seas un pecador como lo fue Jacob, que te inclines a su majestad y reconozcan que eres un engañador, nadie que fue a Cristo durante su ministerio fue con ese tipo de preguntas, ni la samaritana, ni los leprosos, ni Nicodemo, ni Pedro, nadie, todos fueron reconociendo su pobreza espiritual e inconsistencia. Lo que tienes que doblegar ante el Señor es tu terquedad y espíritu obstinado, no es la elección lo que te aleja de la Cruz, es tu altivez, orgullo y arrogancia.  Y nuevamente te preguntaras, pero no se sí si me recibirá, pero Jesús dijo: “el que a mi viene no le echo fuera”. Te das cuenta, en Cristo no necesitas ser exitoso a los ojos del mundo, no debes hacer grandes hazañas, la gran hazaña la hizo nuestro Salvador, no necesitas ser inteligente, necesitas ser humilde y reconocer tu incapacidad.

Como dice Pablo Washer:

“el mayor acto de Fe que podemos hacer es mirarnos al espejo, ver nuestra insuficiencia e ignorancia y saber que Dios nos ama”

La compositora del himno Tal como Soy, Charlotte Elliot, quedó invalida a los 30 años de edad, y se transformó en una persona amargada y resentida, decía que si Dios la amaba no la trataría de esa manera. Su doctor que era cristiano un día quedo a solas con ella, y le preguntó si estaba cansada de sí misma, ella respondió que sí y le preguntó al doctor si tenía algún remedio, él respondió la fe que usted desprecia la puede cambiar. Ella respondió que deseaba ser una cristiana y tener la alegría y la paz que los creyentes poseían, preguntó ¿Qué debo hacer? El doctor le dijo: entréguese a Dios tal cual es. Ella se asombró por la respuesta, se sentía incapacitada de ir a Cristo tal como era, y ese era el requisito, la llave, para reconciliarse con Dios, ir a él en su debilidad, reconociendo sus pecados y creyendo en el evangelio.

Y si eres receptor de su Amor serás transformado como ella fue transformada, como Jacob fue transformado y como todo creyente es transformado por el inconmensurable amor de Cristo.

Tal como dice Leighton Ford:

“Dios nos ama tal como somos, pero nos ama demasiado para dejar que sigamos siendo como somos”

Hay quienes dicen ser sinceros en ir a Cristo cuando están en necesidad, pero luego de conocer el Evangelio, siguen en su misma condición, es imposible que sea así. Jacob luego de encontrarse con Dios y luchar con él caminó distinto, ya no fue el hijo de mamá que siempre fue, su cosmovisión y su forma de vivir fue convertida, ya no se llamó más Jacob, no fue más el engañador, sino que ahora se llama Israel (príncipe).

El texto culmina en el verso 5 con una promesa:

 “Y vuestros ojos lo verán, y diréis: Sea Jehová engrandecido más allá de los límites de Israel”

Dios promete a su pueblo que contemplarán la caída de sus enemigos, como lo describe el Salmo 91:8

“Ciertamente con tus ojos mirarás Y verás la recompensa de los impíos”.

El Señor cambiará las percepciones del pueblo, les mostrará el destino de los malvados y él mismo cambiará su lamento en Alabanza. Israel no contradecirá a Dios, sino que alabará a Jehová por su infinita misericordia y gracia. Hagamos el siguiente ejercicio unamos el verso 2 y el verso 5 de este capítulo: el Señor les dice, Yo les he amado, la respuesta del pueblo debió ser esta, Alabanza y Gloria a su nombre por su amor incondicional. Cada vez que escuchemos del Amor de Dios debemos estallar en Alabanzas, Efesios 1:6 nos dice que fuimos escogidos en el Amado, adoptados como hijos suyos para la alabanza de la gloria de su gracia, no para jactarnos, para cuestionarnos, sino para dar honor a quien es digno por los siglos de los siglos, y de esta forma conocer el Amor de Cristo que excede a todo conocimiento.