Hemos visto como la Iglesia es constituida por personas transformadas por el poder del Espíritu Santo, quienes sirven en humildad al Señor, disponiendo de sus dones y confesando sus pecados los unos a los otros. Ahora es preciso recordar que la Iglesia sostiene a la Iglesia. Estudiaremos hoy cómo a los largo de los siglos la Iglesia ha sido sostenida económicamente por la ofrenda, voluntaria, dadivosa y generosa de quienes la componen. Los invitamos a ser parte de esta esencial enseñanza para la existencia y conservación de la Iglesia.

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